Tiempos difíciles | El Nuevo Siglo
Lunes, 25 de Noviembre de 2019

“Gobierno no puede cerrarse a diferentes tipos de aporte”
 

Desde hacía más de cuarenta años no se decretaba un toque de queda en Bogotá. Las noches que pasamos los ciudadanos de Cali y la capital del país, la semana pasada, fueron de angustia e incertidumbre. 

El paro se desbordó y la marcha pacífica que prevaleció en horas de la mañana del jueves, fue reemplazada por una muchedumbre que atemorizó a los ciudadanos.

Para mí marchar es un acto político de un nivel especial de respeto. Lo he hecho muchas veces en mi vida, y lo he hecho de manera voluntaria. Por eso, no comprendo por qué mediante mecanismos de vandalismo se obliga a la gente a participar en algo en lo que no creen o no quieren hacer. En ese sentido generar atascos en el sistema de transporte público es la estrategia que manda la parada. Gente que camina es “gente” a la que le toca participar.

Transmilenio en Bogotá fue violentado y treinta estaciones tuvieron que dejar de operar. Esto implicó de miles de bogotanos tuvieran que caminar para ir al trabajo y luego, para regresar a sus casas. 

Desafortunadamente para muchas de las personas que convocan a los paros dañar los bienes públicos hace parte de un “derecho” que defienden y justifican en una narrativa trasnochada y que contribuye a que se acreciente la violencia. 

Sin embargo, la mayoría de las manifestaciones fueron en paz. El reclamo de construir un mejor país no tiene controversia. No hay nadie que no quiera que en Colombia se acaben las matanzas indiscriminadas, se defienda el medio ambiente, se acabe con la corrupción, que haya equidad, que la justicia opere, que haya empleo, educación y un largo etcétera de oportunidades que propendan por el bienestar general.

Es clave reconocer que el gobierno del presidente Iván Duque arrancó hace quince meses. Y que muchos de los incumplimientos en materia presupuestal de programas sociales de debe al desfinanciamiento (y robadera) que dejó el gobierno anterior. Pero eso no lo libera del deber de sentarse con las organizaciones sociales y en especial con los jóvenes. El gobierno no se puede enconchar y no escuchar o mucho menos cerrarse a comprender diferentes tipos de aporte. Crear cronogramas de trabajo con transparencia en lo que se puede o no cumplir y entender, que el gobierno debe ser el líder en la conducción de la construcción del país y que no puede dar bandazos que se interpreten como debilidad o desconocimiento del rumbo. Es clave que todos antepongamos nuestros egos, empezando por los politiqueros de siempre (muchos de ellos reconocidos corruptos) que quieren aprovecharse del inconformismo y le demos prelación a Colombia. Son tiempos difíciles. Sabemos cómo empezó esto y confiemos en que termine bien.