De los avisos y los grafitis | El Nuevo Siglo
Lunes, 11 de Noviembre de 2019

“Subgénero antiguo que lo conoció el imperio egipcio”

“Se pintan paredes a domicilio”, decía un aviso en Buenos Aires. En Bogotá una funeraria avisaba que en su nueva sede “seguiría atendiendo con gusto a su distinguida clientela…”

Lo cual recuerda a un grafiti en un cementerio “Se está muriendo mucha gente que no se había muerto antes.” Ese subgénero tan antiguo que lo conoció el imperio egipcio, adquiere su nombre del italiano grafito, el mineral color opaco negro con el que escribían a hurtadillas en las paredes los romanos. El pueblo de occidente más dado a esa forma expresiva, sardónica y punzante con la que zahería por igual a gobernantes o al propio Papa. Así por ejemplo escribían Orgía en vez de Borgia. Hay un grafiti celebre, que se preserva, del año mil y uno, es decir en pleno cruce del primer milenio cuando algunas sectas escatológicas esperaban el fin del mundo, lo proclamaban y generaron un pánico colectivo. Al día siguiente de ese fin anunciado un flemático feligrés escribió, con tono de disculpa, en una pared romana: “Aplazado el Apocalipsis por mal tiempo”…

Ya en el 2001 en plena crisis argentina apareció éste cerca de La Casa Rosada: “¡Que se vayan todos!”

 En España en otro momento de efervescencia y calor, no hace mucho alguien garrapateó: “Paren al mundo que me apeo.” Y ante la insistencia de la propaganda oficial en que todo iba bien, otro escéptico escribió: “Tengo un sueño que no me deja dormir”. Otro en un cementerio, “La vida está en otra parte”. Y ante la amenaza al planeta, otro más: “Esto del medio ambiente será porque ya destruimos la mitad.”

En la Argentina además de la gran migración italiana, el psicoanálisis fue una moda casi tan fervorosa como el futbol, y allí se hizo célebre este grafiti: “El neurótico construye castillos en el aire, el psicótico los habita y el psiquiatra cobra los arriendos.”

Luego con más morbo “Psicópata asesino busca chica para una relación corta”. En cuanto al deporte nacional escribieron en un mural de un estadio “Un arquero bizco no bate records, pero mantiene al público en vilo.”

Y antes de la liberación femenina algunos machistas sentenciaron: “A las mujeres les gusta los hombres desesperados. Si no los encuentran los hacen.” Y otro más: “Levantaré a los caídos y oprimiré a los grandes. El sostén.” Y: “La confianza mata al hombre y embaraza a la mujer.”

Junto a una academia de la lengua, quizá en ciudad de México, se vio esta ocurrencia: “Fue a una casa de citas y se acostó con un refrán” Y como admiradores del aporte cultural norteamericano escribieron “Mi mamá es una rata. Mickey Mouse.” En las paredes de Alemania se produjo otra faceta del humor, que apenas me atrevo a mencionar pues como suele ocurrir con los germanos, ya han escrito varios breves y someros tratados explicativos del apunte, se trata del “Ohne-mich-Standpunkt” que exigiría en rigor una bibliografía. Pero que traduce “Conmigo que no cuenten”.