Asia Bibi y la blasfemia | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Noviembre de 2018

“Época fue de bárbaras naciones” decía el poeta al referirse al proceso -que no juicio- de doce horas en el que romanos y judíos condenaron a Jesucristo, sin norma preexistente, sin defensa, sin pruebas y sin segunda instancia, a muerte y, como decía San Pablo, no cualquier clase de muerte sino muerte de cruz. ¿Su falta? La blasfemia: se había proclamado Hijo de Dios.

Asia Bibi es una mujer cristiana de 49 años, madre de cinco hijos, condenada a morir ahorcada en Pakistán, que duró nueve años en el “corredor de la muerte” y acaba de ser absuelta por el Tribunal. ¿Su falta? La blasfemia: había bebido agua del vaso de una vecina musulmana, algo prohibido por la interpretación del Corán en Pakistán, que, en pleno siglo XXI, es una “nación bárbara”. Es cierto que por su religión fueron sacrificados cientos de miles de cristianos en la Roma pagana, y millones de judíos en la Alemania nazi, pero hoy la libertad religiosa es un principio establecido, si bien no siempre respetado, en las naciones civilizadas.

Ante la absolución de Bibi, los “clérigos” musulmanes instaron a la caterva a asesinarla a ella y a su familia y a los jueces que la absolvieron -el  gobernador de Punjab, así como el ministro de minorías habían sido asesinados antes por mostrar su público apoyo a la cristiana-.

El gobierno tuvo que protegerla y hoy está oculta en algún lugar, esperando ser llevada a un país que le dé asilo. Pero los gobiernos temen intervenir porque ponen en riesgo sus embajadas y sus connacionales ante la barbarie.

El presidente del Parlamento Europeo, el italiano Antonio Tajani, ha tirado un salvavidas y la ha invitado a Bruselas, con lo cual le quita el problema a las naciones europeas que, como Italia, quisieran darle asilo.

El libro del Génesis narra en el capítulo XVI cómo Dios le dio a Abram un hijo-Ismael- con la esclava Agar. Y le advirtió que “más que un hombre, será un asno salvaje y alzará su mano contra todos y todos la alzarán contra él y vivirá enfrentando a todos sus hermanos”. Es el padre de los ismaelitas, hoy llamados musulmanes, responsables de los peores actos terroristas de la época moderna y de la creación de grupos como Al Qaeda, el Estado Islámico y Boko Haram, entre otros. Con esto no quiero denigrar de todos los musulmanes: tengo amigos de esa religión muy cercanos y muy civilizados y no olvido los aportes científicos de los árabes en astronomía, matemáticos, medicina y botánica. Sólo narro hechos que me escandalizan.

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Coda uno: Hace 82 años, en Paracuellos del Jarama durante la guerra civil, fueron ejecutadas por parte de fuerzas leales a la II República Española, entre cuatro y seis mil personas -militares, sacerdotes, religiosos y religiosas, abogados, médicos y simples obreros o ciudadanos anónimos-, acusados de ir a misa o ser monárquicos. ¡Época de bárbaras naciones!

Coda dos: La semana pasada se cumplió el atentado número setenta y siete de este año al oleoducto Caño Limón-Coveñas, con las naturales consecuencias de contaminación de ríos y quebradas e incendios. ¡Bárbaros! Yo he sugerido decenas de veces en esta columna que Ecopetrol y Minminas deberían utilizar drones, pero de los de verdad, para vigilar el oleoducto. Si logran conseguirlos en Israel y ellos los venden después del torpe reconocimiento que hizo Santos de Palestina, nos ahorraríamos mucho dinero y, sobre todo, mucha contaminación.

Coda tres: El arboricidio en la Autopista adelante del peaje es aterrador. ¡Qué bárbaros! ¿Dónde están los ecologistas?