Argentina en su encrucijada | El Nuevo Siglo
Lunes, 15 de Noviembre de 2021

* Populismo anacrónico del peronismo

* Macri, el gran triunfador en las urnas

 

Las elecciones para renovación parcial del Congreso que tuvieron lugar el domingo pasado en Argentina son, apenas, la continuidad de los descalabros que viene sufriendo consecutivamente la dupla del presidente Alberto Fernández y la expresidenta (y hoy vicepresidenta) Cristina Kirchner que en nombre de los peronismos de todos los colores gobierna al país austral.

Ya en las llamadas allí “elecciones primarias”, en septiembre pasado, el peronismo había sufrido una rotunda derrota en casi todas las provincias del país. A ello se sumó que este domingo el peronismo perdió el control decisorio en el Senado. Se trata de un hecho político de grandes implicaciones, ya que había dominado esta cámara legislativa desde hace 38 años, cuando retornó la democracia a Argentina.

Hay consenso entre los observadores de la política gaucha en torno a que la gran derrotada en esta cita a las urnas fue la expresidenta y hoy vicepresidenta que, en el fondo, es quien maneja los hilos y las decisiones importantes dentro del gobierno de Fernández, al que todavía le restan dos años en el poder, pese a la evidente debilidad de su mandato.

Los resultados de los comicios dominicales implicarán que el peronismo, al no tener las mayorías senatoriales, tendrá que pactar con otros grupos minoritarios para poder sacar adelante sus iniciativas y programas gubernamentales. Una circunstancia política inédita en casi cuatro décadas.

En la otra orilla, la oposición, cuya figura descollante es el expresidente Mauricio Macri, salió muy fortalecida pues no solo   triunfó en los comicios generales, sino que, aunque con una leve mayoría, ganó también en la fundamental provincia de Buenos Aires, el principal centro económico y social de la unión argentina. Se trata de un hecho político de profunda significancia que refleja hacia dónde se está inclinando el sentir popular, que está dirigido claramente a una descalificación fuerte de la dupla Fernández-Kirchner y lo que representan.

Es claro que en el telón de fondo de esta derrota al peronismo se prefigura la angustia y el desagrado del elector argentino por las políticas económicas del gobierno. Y no es una consecuencia gratuita: la inflación se acerca al 50% -una de las más altas del mundo- y las medidas desesperadas que últimamente ha tomado la administración Fernández para romper la espiral alcista de precios, como el someter a control administrativo 1.500 productos básicos, tampoco parecen estar dando resultados favorables.

De otro lado, el Ejecutivo sigue gravando con desmesurados impuestos las exportaciones de productos agrícolas en los que tiene ventaja comparativa, como la soya y la carne. Pero esa vía ha intensificado el contrabando de estos productos en momentos en los que, precisamente, los precios internacionales de los alimentos alcanzan cotizaciones al alza nunca vistas.

En la misma línea es evidente que el control sobre la tasa de cambio continúa siendo errático. La cotización del dólar, tanto del oficial como del callejero, está disparada con relación a la moneda nacional. Un fenómeno que se traduce en una gran incertidumbre del mercado sobre el manejo de la política económica y cambiaria en esta atribulada nación.

A todo lo anterior debe sumarse que la prueba de fuego de la política económica se juega en los meses venideros en el terreno de la deuda externa y de las negociaciones que se adelantan con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Al respecto hay una gran incertidumbre y muchos observadores vaticinan que Argentina se encamina hacia otro vergonzoso incumplimiento de sus obligaciones externas. Los vencimientos previstos para el primer trimestre del año entrante son de tal magnitud que cualquier proyección de sus disponibilidades de recursos evidencia que el Ejecutivo no podrá honrarlas. Y que por tanto se avecina una moratoria o una nueva renegociación con el Fondo.

El discurso de Fernández se reduce a la salida facilista de incriminar al gobierno Macri señalando que dejó una deuda externa muy alta. Sin embargo, lo que es claro es que en sus ya dos años de gobierno la dupla de izquierda no ha hecho nada eficaz para solucionar el problema.

Argentina está, pues, frente a una grave encrucijada. El resultado electoral del pasado domingo así lo demuestra. El populismo anacrónico que aún quiere imponer el peronismo ha mostrado dramáticamente sus limitaciones y la población urge un cambio político de fondo.