Evolución | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Noviembre de 2021

Cumplo por estos días dieciocho años de tener este espacio semanal en El Nuevo Siglo. El tiempo pasa y los seres evolucionamos: estamos llamados a ello.

Cuando empecé a escribir esta columna, hacía crítica política y análisis social.  Juzgar a políticos, gobernantes o funcionarios corporativos o institucionales es realmente fácil: por un lado, están todos sus errores e incumplimientos, dado que hay muchos que no están realmente comprometidos con el ejercicio sano de la política, la justa gobernanza ni el alcance del bien común; pero, por otra parte, son seres humanos, como todos, con aciertos y yerros, y verdaderamente es más simple ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Así empecé a escribir, juzgando, señalando con el dedo, acusando. Claro que es necesario señalar lo que no funciona: ello tiene mejor efecto cuando además de identificar los problemas, proponemos soluciones. Creía que había unos malos –ellos- y otros buenos –nosotros–. Claro, eso vende, genera simpatías, alimenta el ego y retroalimenta el círculo vicioso de la separación. También suscita animadversiones.

A medida que fui creciendo, estudiando y teniendo productivos diálogos sobre la existencia –tarea que por demás no se termina-, pude reconocer que mi misión era/es comunicar la posibilidad que tenemos todos los seres humanos de expandir nuestras consciencias.  Ello me exigió avanzar en la coherencia entre lo que pensaba, sentía, actuaba y escribía, ejercicio cotidiano con logros y retrocesos: estoy aprendiendo también a tenerme paciencia, a ser compasivo conmigo mismo y con los demás. Esa exigencia de congruencia, aunada a las nociones de totalidad, no-fragmentación, no-competencia y amor incondicional, me ha llevado al difícil ejercicio de dejar de juzgar, ser más propositivo, intentar desde mis zapatos comprender el lugar del otro y reconocer que cada quien actúa desde su nivel de consciencia, lo cual implica límites individuales tanto en la visión de mundo, como en las actuaciones privadas y públicas. Yo sigo equivocándome, aprendiendo.

Desde hace algunos años trabajo para crear círculos virtuosos de Amor, entendido como la fuerza más poderosa de los multiversos. Ahora me es más complejo escribir que cuando criticaba, pues cada viernes implica para mí una reflexión profunda sobre qué se necesita decir, acotando mi ego o al menos intentándolo. Afortunadamente, cuento con la guía Divina, que me “sopla” lo que corresponde que escriba. Observo criticas de hoy muy similares a las de 2003; también atestiguo que tenemos, individual y colectivamente, significativos avances de consciencia, saboteados por quienes favorecen al statu quo, también co-aprendientes, hermanos. Falta mucho por hacer y aprender… 

Agradezco profundamente a El Nuevo Siglo la posibilidad de expresarme cada semana. Esta ventana es solo un aporte a que evolucionemos y ampliemos nuestras conciencias.

@edoxvargas