Grito democrático en Cuba | El Nuevo Siglo
Viernes, 12 de Noviembre de 2021

* Marchas vuelven a desafiar al régimen

* Solidaridad continental con la libertad

 

La ominosa dictadura hereditaria castrista es una de las más viejas del mundo. Por lo mismo, sucesivas generaciones han sobrevivido en medio de miseria, frustración, represión violenta y vulneración de los derechos humanos.  La isla se ha convertido en una especie de ‘campo de concentración’ en donde todos son prisioneros, salvo los gamonales de régimen que no solo ostentan los principales cargos del gobierno sino gozan de los privilegios que produce la expoliación sistemática de un pueblo.

El desespero de la población es cada día más alto y ello se evidencia en que los altos funcionarios no pueden salir solos o desarmados a las calles puesto que de inmediato son fustigados por una ciudadanía cansada de los abusos. Nadie en Cuba es libre. Hasta los mismos parientes y herederos de Fidel Castro, que incluso figuran en las listas de Forbes de grandes multimillonarios, saben que el pueblo los abomina y prefieren no ir a sitios populares.

No hay que olvidar que cuando Castro asumió el poder, muchas décadas atrás, Cuba era uno de los países caribeños más avanzados, con la mejor televisión, autos y televisores por habitante, con reconocidas facilidades de trabajo y para montar negocios. El país crecía con el turismo, aunque parte de este estaba en manos de mafias locales y estadounidenses. En la isla se efectúo la famosa cumbre presidida por Al Capone, en la cual la mafia, dueña de casinos y hoteles, decidió ‘diversificarse’ y entrar a controlar parte del nervio económico de su país. Lo que les costaría la más severa persecución por cuenta de las autoridades de los Estados Unidos, que incluso encarceló a Al Capone.

En la isla todo fue distinto. La corrupción acabó con los incipientes partidos políticos y desarticuló el sistema democrático, lo que generó el levantamiento de la población y facilitó el triunfo de Fidel Castro, quien entró a La Habana como un héroe sin haber ganado ninguna gran batalla, sino por efecto de la propaganda favorable que se desplegaba en los Estados Unidos y en nuestra región, que lo presentaba como una especie de ‘campeón de la libertad contra los tiranos’.

Al poco tiempo se evidenció que lo que hubo fue un cambio de régimen. Castro se destapó como un verdadero ilusionista en la venta de la utopía revolucionaria con bienestar económico, que figura como una de las grandes mentiras del siglo XX. La misma con la que los demagogos, comunistas y populistas de hoy pretenden conquistar a las masas, como ya lo hicieron en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina. También en el Brasil  y en la Chile de Allende. Y siempre con los mismos ruinosos resultados: quebrando la económica, esquilmando el tesoro público, malgastando el presupuesto, empobreciendo al pueblo y sembrando miseria y terror por doquier. 

La satrapía cubana ha mantenido generaciones enteras en la pobreza, la ignorancia, el subdesarrollo y sin ningún tipo de libertad política, económica, social o institucional. Con el paso de los tiempos sus líderes creyeron que la población se mantendría sometida a estas difíciles circunstancias debido al desgastado adoctrinamiento político y, en la mayoría de los casos, la represión a todo factor de oposición y de exigencia democrática. Sin embargo, idos los Castro del poder y asumiéndolo uno de sus principales herederos, el inconformismo es cada vez mayor, más visible, más desafiante del régimen. Ahora, jóvenes y adultos se rebelan ante el autoritarismo y salen a protestar, conscientes de ello puede llevar a que los maten o los encarcelen y torturen. Tras las históricas y multitudinarias marchas de julio, sin precedentes en la isla, y que fueron violentamente reprimidas por el gobierno, este lunes hay otra cita a salir a las calles para exigir libertad, democracia, respeto a los derechos humanos y posibilidad de progresar. La comunidad internacional, solidaria con quienes ejercer el legítimo derecho a la protesta, está en alerta y advirtió ya al gobierno castrista que no tolerará un baño de sangre.

El continente americano, que en la asamblea de la OEA esta semana volvió a reiterar la urgencia de una defensa sólida e indeclinable de la democracia y la descalificación de los regímenes dictatoriales y autoritarios que rigen en Venezuela, Nicaragua y Cuba, no debe apartar sus ojos de Cuba. Hay que estar prestos a respaldar su cada vez más sonoro grito democrático.