‘Cambiotitis aguda’ | El Nuevo Siglo
Sábado, 7 de Noviembre de 2020

Otra semana, otra improvisación. El progreso de Bogotá está sometido al tinte político del alcalde  de turno y  su mesianismo. La administración distrital dejó de ser una administración. Solo es trampolín de aspiraciones personales. Desde la imposición de la ideología de género hasta los cambios repentinos e improvisados en las grandes obras públicas de la ciudad.

El problema yace en el egocentrismo político y la soberbia infinita de nuestros dirigentes. Reconocer la buena gestión del contradictor político es imposible. Esa imposibilidad motiva cambios radicales, repentinos e improvisados para promover agendas políticas y “visiones” de ciudad. Verbigracia el Corredor Verde en la carrera 7, la modificación del esquema de basuras, la máquina tapa-huecos entre otras barbaridades ideológicas que han debido sufrir y pagar los bogotanos. Todas estas “visiones” supuestamente geniales generaron un inmenso detrimento patrimonial y aumentaron el atraso de la capital.

Veamos el vergonzoso retardo en la construcción de la Avenida13 o Centenario cuyos diseños, junto con los de la ALO, costaron $29.158 millones de pesos y se iban a ejecutar mediante una APP. El 27 de enero, la alcaldesa tuvo la “visión” de que no habría Transmilenio por la Av. 13 como se había definido. Sería reemplazado por el RegioTram. Pero meses después, el 3 de noviembre, una nueva “visión” cambió de diseños e incluyó, nuevamente, el Transmilenio en el proyecto. Ahora, multipliquemos la mecánica del ejemplo anterior por decenas de cambios, en cientos de proyectos y durante cada alcaldía. ¡Antes, se logra hacer algo en Bogotá!

Cabe resaltar que esta enfermedad que he denominado como ‘cambiotitis aguda’ no solo la padece Claudia López. Contagió a todos sus antecesores y, posiblemente, lo hará con sus sucesores. Esos mismos que en campaña se les llena la boca con la frase, ya algo cliché de “hay que construir, sobre lo construido”. ¡Ojala! Bogotá no puede continuar a la deriva sin una visión de ciudad, sin políticas públicas serias y de largo plazo y que se respeten y no se cambien en el corto plazo.

Una píldora para la memoria de los bogotanos, y un ejemplo claro de la falta de continuidad en las macro políticas de desarrollo de la ciudad, ha sido el metro. ¡Por fin! Desde la alcaldía de Carlos Sanz Santamaría, hace 77 años, la ciudad lleva bregando por construir el muy necesitado sistema de transporte férreo. Y para ponerlo en perspectiva los bogotanos o, mejor dicho, los alcaldes de turno de los últimos 10 años han gastado un aproximado de $188.664 millones de pesos de las arcas distritales en estudios sobre por dónde debería ir la primera línea. ¡Solo aquí! ¿Verdad? Todavía estamos a tiempo para que la Claudia cambie otra vez el trazado. Pero ha estado ocupadita.

 

Necesitamos urgente un remedio. La ‘Cambiotitis aguda’, como el Covid, es altamente contagiosa y no tiene cura. ¿Y si la tratamos con una verdaderas dosis de legalidad? La improvisación con el dinero público es detrimento patrimonial. Punto.