Una reunión, muchas dudas | El Nuevo Siglo
Miércoles, 2 de Noviembre de 2022

* La poca productividad de la cumbre Petro-Maduro

* Nada concreto en democracia y derechos humanos

 

 

La reunión del martes pasado entre el presidente Gustavo Petro con el jefe del régimen venezolano, Nicolás Maduro, en Caracas, dejó más dudas que certezas. Dejando de lado las palabras amables de ambas partes, así como la carta de buenas intenciones firmada al final del encuentro, no hubo ningún avance concreto en los asuntos de mayor importancia en la agenda bilateral como tampoco en los más cruciales para la comunidad internacional y millones de opositores al chavismo, hoy sometidos a la persecución política, el exilio, el encarcelamiento ilegal y la peor crisis social y económica.

De hecho, si se revisan de forma detallada las declaraciones de Petro y Maduro sobre temas como seguridad fronteriza, intercambio comercial, cooperación migratoria y restablecimiento del tracto democrático y de respeto a los derechos humanos en la vecina nación, queda claro que la Casa de Nariño y el Palacio de Miraflores, en una medida por demás improvisada e incluso caprichosa, restablecieron las relaciones políticas, económicas y comerciales sin tener una agenda previa, estudiada en cada uno de sus complejos flancos y con un plan de acción para enfrentar problemáticas que todos sabían que se presentarían.

En ese orden de ideas, las conclusiones del presidente colombiano y el jefe del régimen venezolano en torno a que se requiere un marco normativo para relanzar la relación comercial (después de que en el primer mes de reapertura fronteriza apenas si se dieran transacciones por menos de tres millones de dólares), lo único que hacen es comprobar la manera improvisada y atropellada en que ambos gobiernos se apresuraron a restablecer relaciones. No hay que olvidar que la mayoría de precandidatos y candidatos presidenciales se habían comprometido con reabrir la frontera. El problema aquí, sin embargo, es que esto se hizo sin planificación alguna y los lesivos resultados están a la vista.

¿Acaso se pensó que por el solo acuerdo gubernamental las mafias que manejan el contrabando en la frontera se iban a retirar? ¿Se creyó, igualmente, que los cientos de trochas ilegales por donde circulan personas y mercancías iban a dejar de funcionar automáticamente? ¿Bogotá o Caracas llegaron a vislumbrar que el restablecimiento de relaciones iba a cortar de tajo la innegable connivencia del gobierno chavista con la guerrilla del Eln o los grupos residuales de las Farc? ¿No se previó que, más allá de la reactivación de las embajadas, era necesario tener tras de sí la red de consulados y otras formalidades diplomáticas para normalizar el funcionamiento de una frontera viva, dinámica y con más de 2.200 kilómetros de extensión?... Esos y muchos otros interrogantes quedaron en el aire tras lo afirmado por Petro y Maduro.

Tampoco hubo hechos tangibles en torno a un presunto rol del gobierno colombiano en el restablecimiento gradual de las garantías democráticas y el respeto a los derechos humanos por parte del mandato Maduro, considerado por la comunidad internacional como un régimen autoritario y dictatorial. Las afirmaciones en torno a que se trabajará para que el régimen venezolano vuelva a la Comunidad Andina de Naciones o reingrese al Sistema Interamericano de Derechos Humanos resultan claramente insuficientes, sobre todo porque el jefe del gobierno chavista no se comprometió a nada en materia de citar a elecciones limpias y transparentes, frenar las agresiones a la oposición, reanudar con esta los diálogos en México, liberar presos políticos como tampoco en respetar los principios básicos e inesquivables de la Carta Democrática, requisito sine qua non para retornar a la OEA. Estados Unidos, otros gobiernos, oenegés y otras instancias esperaban algo más tangible a cambio del regreso de Maduro a la escena geopolítica latinoamericana.

Visto todo lo anterior, es innegable que la cumbre Petro-Maduro tuvo más de forma que de fondo. Apenas se empezará a construir la agenda bilateral pese a que se procedió a la reapertura fronteriza y el restablecimiento de relaciones varias semanas atrás. Se constató que en ambos gobiernos prima lo discursivo sobre lo sustancial. Una improvisación que afecta el objetivo principal de reactivar sólida y ordenadamente la interacción entre dos naciones hermanas, con un futuro mutuo e inseparable. Bien lo reza el refrán popular: el afán no queda sino el cansancio…