Vientos admonitorios | El Nuevo Siglo
Sábado, 31 de Octubre de 2020

El pasado domingo, tres de cada cuatro chilenos clamaron por el cambio constitucional. A diferencia de otros pagos latinoamericanos, en la tierra de O’Higgins el proceso electoral es sagrado y los resultados se respetan. Por eso podemos advertir que, en menos de dos años, los chilenos contarán con una nueva Carta Política.

La situación en Chile es todo un enigma interpretativo y de análisis para Colombia. Cuentan con una Constitución Política proveniente de un asqueroso régimen dictatorial sin embargo ella sirvió para que las alianzas de la democracia cristiana y hasta los social demócratas alcanzaran el poder y llevaran a cabo la transición democrática con total éxito.

También hay que recordar que esa magna carta permitió el milagro chileno. Al amparo de esa Constitución los chilenos consiguieron el pedestal de la gloria política. Su economía es la más fuerte de la región; su clase media la más robusta, poderosa e incluyente; la movilidad social es un hecho envidiable; la calidad en la prestación de los servicios públicos es todo un modelo de ejemplar seguimiento para los latinoamericanos y su transparencia tanto electoral como en la gestión pública solamente es superada por la joya de la corona: Uruguay.

La desigualdad es grande pero la pobreza es baja. Comparándola con Cuba o Venezuela donde la igualdad es homogénea y la pobreza casi que infinita, Chile resalta por una economía de libre mercado que genera evidentes diferencias sociales pero dentro de una próspera sociedad.

En suma, Chile quiere construir un Estado Social de Derecho cuando, vaya paradoja, cuenta con los más altos estándares de dignidad y calidad de vida para sus habitantes que cualquiera otro país en el vecindario tan solo pudiera imaginar. Colombia, por su parte, cuenta con una Constitución que decididamente consagra el Estado Constitucional y Social de Derecho, pero no ha alcanzado los mínimos patrones de dignidad humana.

Sea lo que sea, así como las masivas y violentas protestas sociales en Chile sirvieron de ejemplo y combustible a las que se originaron en Colombia a finales del año pasado, es muy posible que el proceso constituyente iniciado el domingo pasado tenga efectos similares en nuestro ordenamiento jurídico.

La razón es simple: si ellos cambian una Constitución que ha funcionado y mostrado resultados, nosotros deberíamos hacer los ajustes estructurales y orgánicos que se requieran para alcanzar similares condiciones de vida digna.

@rpombocajiao