Desprendiendo el alma | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Octubre de 2021

Muchas veces nos hemos preguntado que se puede sentir en aquel momento en que el alma se desprende del cuerpo. A eso lo llamamos muerte y quizás sea la correcta apreciación, pero parece que va más allá de esa simple idea. El alma aún se mantiene viva, ya no controla el cuerpo porque lo ha abandonado, aunque en algunas ocasiones regresa y reanima a la persona.

Claro, el ser humano se compone de tres cuerpos: el físico, el espiritual y el alma. Se dice que esta última es la que mueve las emociones como el amor o el odio, la alegría o tristeza, el éxito o los fracasos es quien anima a la persona. El cuerpo es el vehículo receptor, el encargado de manifestar los impulsos del alma y expresarlos con el movimiento y el sentir. Y el tercero, quizás el más importante o bien digamos el todo es el espíritu que es infinito, pues no tiene principio ni fin, mientras que los otros dos complementarios son finitos, porque nacen se desarrollan, cumplen una función y finalmente mueren, se desvanecen mientras que el espíritu permanece.

Ahora bien, que pasa cuando el alma se desprende del cuerpo, muchas personas que han experimentado la muerte y regresado a su cuerpo, hablan de haberse visto en ese suceso, bien sea en su alcoba, en un accidente, en el hospital o en el lugar donde ha ocurrido el suceso. Sienten admiración, impotencia y descontrol. Ven la escena de su muerte flotando y por lo general no entienden lo sucedido, mas no es así con aquellos que se prepararon para su desprendimiento, observan su cuerpo inerte, pero entienden que llego el momento de abandonarlo, que pasa a otra dimensión de la vida y en este caso espiritual, se van en paz cualquiera que haya sido su vida, aun aquel que muere en un accidente o es victimizado, si su alma ha procedido bien, entiende que hasta ahí llegó su vida terrenal.

Mas no es así para aquel que ha vivido en pro del mal, el criminal, el avaro, el perverso o quien ha gastado su vida en malos actos contra otros, hay quienes dicen que perciben nubes negras o legiones que ávidamente arrebatan esa alma que se desprende llevándolo al mundo de los avernos sin oportunidad de purgar sus malos actos. Mientras el individuo de bien, que aun con sus pecados y errores es recibido a la vida espiritual a través de una luz, ubicándolo en un lugar acorde a sus actos, pero siempre con la posibilidad de ascender hasta el plano celestial donde podrá gozar de la vida eterna en paz y armonía bajo el amparo de Dios.

Todo esto es muy complejo, difícil de entender, pero real para cada ser humano, pues todos tenemos un tiempo y un límite. De manera que las riquezas, el poder, la fama y demás trivialidades son aspectos temporales que la persona no se lleva a la vida eterna, aquí quedan para bien o para mal recuerdo. Por eso cualquiera que sea la edad debemos estar preparados para el desprendimiento del alma.

arangodiego@hotmail.com