Un Señor Embajador | El Nuevo Siglo
Martes, 27 de Octubre de 2020

En los próximos días Gautier Mignot culmina su periodo como Embajador de Francia en Colombia. En su caso no es una noticia más de la crónica diplomática o del  devenir de la carrera de un servidor del Estado. Se va un Señor Embajador en todo el  sentido de la expresión, ligada esta a sus calidades humanas, al reconocimiento de sus pares, a la relevancia del papel que jugó en la relación bilateral durante sus años de permanencia en Colombia y al legado que deja para sus sucesores.  

Se va alguien que ha visitado en desarrollo de su misión buena parte del territorio colombiano y ha llevado a los lugares más recónditos y olvidados el ideario de libertad, igualdad y fraternidad que identifica a su país, con el que se inspiró también desde sus inicios el forjamiento de nuestras instituciones  y que con espíritu renovado congrega cada vez más a nuestras  dos naciones frente a los retos del presente. 

La discreción y decoro propias de su  oficio, y que en su caso se  expresan en cada uno de sus actos, no le han impedido ir con los tiempos para establecer a través de los medios digitales un contacto fresco y directo con los colombianos, y así hacernos descubrir y apreciar imágenes y actores de nuestro país algunas veces desconocidos para la mayoría.

No me corresponde aquí detallar el balance de una gestión que ha sido de una gran riqueza y que en el ámbito institucional, jurídico, empresarial, de la educación y de la cultura, entre muchos otros, sus interlocutores respectivos, valoran y reconocen. Quisiera simplemente destacar su compromiso con el ingreso de Colombia a la OCDE, el fortalecimiento de las relaciones empresariales y comerciales y la promoción de la inversión, la ampliación de la red de liceos franceses en el país, la cooperación en materia de justicia, la dinamización de  los intercambios científicos y de investigadores, así como su  invaluable soporte a los compromisos de la paz, a la valoración de los liderazgos sociales y a la voluntad de reconciliación que la comunidad internacional no cesa de apoyar.

En todos esos ámbitos ha sido evidente el entusiasmo y el afecto que Gautier Mignot ha demostrado por nuestro país y su gente, y ello desde hace muchos años cuando lo recorrió en su juventud y  encontró en Tatiana Ogliastri, su señora, nuestra compatriota, un soporte formidable para  su vida y su tarea, y una razón  ineludible para enamorarse de esta tierra.

En la línea de embajadores como Pierre-Jean y Martine Vandoorne que marcaron  huella por la magnífica labor que cumplieron y por el  inmenso aprecio con el que se les recuerda, Gautier y Tatiana Mignot dejan incontables amigos que no olvidarán nunca su paso por este país, que de muchas maneras también seguirá siendo el suyo.  

Y es que en cualquier caso  sabemos que donde vayan se convertirán en  formidables mensajeros  de  nuestra identidad, de nuestras alegrías, esperanzas y anhelos, pues ellos en su ser llevan impregnada la esencia de Colombia y su magia.

@wzcsg