¿Mundo no aprende de la pandemia? | El Nuevo Siglo
Martes, 26 de Octubre de 2021

* Campanazo de expertos de la OMS

* Las tareas pendientes en Colombia

 

La crisis global por la pandemia del covid-19 continúa. Tras más de 240 millones de contagios y cerca de los cinco millones de fallecimientos en veinte meses de emergencia sanitaria, los índices de morbilidad y mortalidad han disminuido gradualmente, salvo por los picos y rebrotes en algunos países atribuidos por sus respectivas autoridades a la porción de habitantes no vacunados.

Aunque todavía no se puede hablar de pospandemia ni de que este coronavirus entró en una fase endémica, es evidente que el aumento de la inmunización global, por más desigual que continúa siendo, ha contenido progresivamente la capacidad exponencial de la infección viral.

Por lo mismo empiezan a multiplicarse los informes y estudios sobre qué viene ahora para la humanidad y cuáles cambios y ajustes deben aplicarse a nivel global, continental, nacional, regional y local a partir de las lecciones aprendidas de la crisis pandémica más letal de la última centuria. En ese marco, uno de los asuntos más reiterados es cómo esta emergencia desnudó las debilidades extremas de los sistemas de salud, tanto en cobertura, sostenibilidad financiera y capacidad tecnológica, como en talento humano, innovación científica y credibilidad ante la población.

Precisamente sobre este último aspecto ayer el Consejo sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos, que es una instancia de expertos al servicio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió que la pandemia puso de manifiesto la cruda realidad de las grandes y crecientes inequidades mundiales en cuanto al acceso a la atención de la salud y a los productos sanitarios. Cifras en mano sobre los disímiles porcentajes de vacunación en naciones de ingreso alto frente a las de ingreso medio o bajo, se concluyó que pareciera que la humanidad no ha aprendido nada de esta grave crisis. Prueba de ello es que sigue utilizando el mismo modelo económico “sin cambiar la estructura financiera subyacente y aplicando un pensamiento obsoleto sobre el desarrollo económico que se interpone en el camino hacia la “salud para todos’”.

Así las cosas, de cara a la cumbre del G20, que reunirá a los principales potencias y países desarrollados desde este jueves en Roma, el Consejo plantea la urgencia de un cambio de paradigma en el que se reorienten radicalmente las políticas base con el fin de que la salud deje de estar al servicio de la economía y, por el contrario, sea la economía la que apoye la “salud para todos”.

Para aterrizar ese nuevo horizonte se requieren tres cambios estructurales y de mentalidad gubernamental. En primer lugar, urge crear un espacio fiscal aligerando las restricciones artificiales impuestas por “supuestos económicos obsoletos” y revirtiendo los efectos nocivos de las reformas que conducen a grandes recortes en los presupuestos sanitarios. En segundo término, es imperativo redirigir las inversiones para garantizar que la “salud para todos” se convierta en el objetivo central de las actividades económicas. Para ello es necesario aumentar el liderazgo público y las capacidades dinámicas del Estado para crear un entorno propicio en materia regulatoria, fiscal, de política industrial y de inversión. Y, por último, es obligatorio administrar la financiación pública y privada regulando el funcionamiento y la financiación de los mercados sanitarios privados a través de medidas que atraigan y dirijan la financiación no oficial hacia la mejora de los resultados de salud a nivel mundial y de forma equitativa.

Colombia también debe ahondar en este análisis y el Plan Decenal de Salud que está en construcción es un escenario vital para ello. Es urgente, por ejemplo, aumentar la capacidad científica y de innovación sanitaria en nuestro país, y no solo en el campo del desarrollo y producción local de vacunas. El Ministerio de Ciencias y Tecnología debe enfatizar las políticas sectoriales y allanar mayores presupuestos públicos y privados en ese propósito. No menos importante es impulsar una mayor pedagogía y conciencia ciudadana sobre los protocolos de bioseguridad para disminuir el riesgo de enfermedades y patologías endémicas. Allí es clave también un mayor esfuerzo en la educación como elemento primordial para que la población entienda la importancia de hábitos de vida saludable así como de las utilidades de las nuevas tecnologías, desarrollos y tratamientos médicos. Por ejemplo, resulta insólito el alto porcentaje de personas no vacunadas pese a que están priorizadas hace meses.

Como se ve, hay que derivar lecciones de la crisis pandémica. Muchas son claras y saltan a la vista. Otras no tanto. Lo importante es identificarlas y empezar a aplicarlas.