Un Metro de bambú y el nuevo proletariado | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Octubre de 2020

He concluido que la izquierda es un sistema de prejuicios, un combinado de tres etiquetas: odio, rencor e ignorancia. Día a día vemos como los líderes de esta corriente ideológica buscan por medio de su retórica, que aparenta ser inofensiva y bien intencionada, crear nuevos ‘enemigos’ del pueblo. El más reciente para la alcaldesa Claudia López parece ser el concreto, como manifestó campante su Secretario de Gobierno, al anunciarle a los bogotanos que ya no invertirán en él sino en las personas.

¡Menos mal! Acabaron con ese temible opresor de los bogotanos. Ahora podrán, por fin, anunciar que el Metro de Bogotá se hará en bambú. Aprovechando al consorcio chino que sabe mucho de eso y además de seguro propondrán bahareque ‘ecológico’ para las viviendas de interés social junto con la pintura verde ‘orgánica’ para los buses del SITP y, lo mejor de todo, nada de esto le costará un peso a la ciudad. Definitivamente, la ciudad va de maravilla y continúa a la vanguardia en el continente gracias a esta administración que realmente conoce las necesidades reales de los bogotanos.

Dejando la ironía a un lado, y analizando un poco más en profundidad ese discurso populista y banal que enamora a mi generación, creo haber encontrado su razón de ser. Es un hecho que la izquierda ha perdido, poco a poco, el apoyo de la clase obrera y agrícola en el mundo. Como en el caso de EE.UU, donde estas se le ‘rebelaron’ al Partido Demócrata en 2016 eligiendo a Donald Trump. Esto significa que la izquierda ya no cuenta a ojo cerrado con ese proletariado clásico como antes. Necesitan uno nuevo. Por eso  el objetivo es reclutar millenials, no tan proletarios y bien educados, escudándose en causas justas y  discursos populistas que siempre introducen odios, prejuicios, rencores y grandes dosis de ignorancia a la gente.

Nos tildan de exagerados o conspiracionistas por sugerir lo anterior, pero basta ver como todos los regímenes totalitarios del siglo XX y XXI crearon y mantienen bandas de iluminados y matones para mantenerse en el poder.

El ‘selecto’ grupo se alimenta de posmodernistas, consumidos por el relativismo, la superficialidad y un acendrado consumismo material y sobre todo digital, susceptibles a doctrinas que ofrecen ilusiones como alternativa a la dura realidad. Generaciones sesgadas que obedecen ciega y cómodamente lo que figuras exaltadas como la alcaldesa les digan y prometan.

Debemos hacer el experimento con el metro de bambú, porque si creemos en la necesidad de la pintada de los buses, en que existen más de dos sexos o que el concreto es el enemigo del progreso, pues debemos crear el transporte masivo para pandas. Preocupa que ambigüedades, falacias y utopías mencionadas con irónía en esta columna, arrastren a miles de incautos. Es una muestra clara de lo vulnerable y manipulable que son las nuevas generaciones y nuestra sociedad. Creo que, ¡ni los bolcheviques la tuvieron tan fácil!

@NicolasGomezzA