Financiación estatal al día | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Octubre de 2021

* Un presupuesto logrado por consenso

* Reactivación, la mejor reforma tributaria

 

No era fácil, ciertamente, combinar una cuota de realismo y sindéresis con las ingentes necesidades del país, tal cual se logró en el presupuesto aprobado por el Congreso, para la vigencia de 2022, listo para sanción presidencial. Fue un trámite que, en consonancia con la buena conducción previa dada por el Ministro de Hacienda al debate de la reforma tributaria, tuvo también un manejo adecuado al pasar de las discusiones fiscales a las presupuestales.    

En efecto, la programación de gastos de funcionamiento, servicio a la deuda e inversión social, cuyo monto general asciende a 350,4 billones de pesos, trató de encontrar un punto de equilibrio entre la urgencia de sufragar una situación fiscal deficitaria, producto de las destinaciones realizadas para atender la crisis económica y social derivada de la pandemia, y la necesidad de mantener la financiación extraordinaria dada la persistencia del problema sanitario. Debilitar alguno de esos objetivos frenaría gravemente la prioridad de blindar el proceso de reactivación económica. Como se sabe, el concurso de los recursos públicos es vital al respecto, tanto para recuperar la economía del traumatismo originado en las cuarentenas como para seguir mejorando los índices de empleo.

En ese orden de ideas, las fuentes de ingreso a las arcas de la nación son ciertas, no solo porque están sustentadas en proyecciones objetivas de recaudo tributario, venta de activos estatales y de financiación crediticia ya asegurada con la banca multilateral, sino porque contemplan los recursos adicionales que provendrán del componente impositivo de la ley de Inversión Social, como se dio en llamar la reforma tributaria a fin de enfatizar el compromiso fehaciente y vinculante con los sectores más vulnerables.

Este es un elemento crucial, aparte de los resultados directos del presupuesto, para que, entre otras, las dos agencias calificadoras de riesgo que le quitaron al grado de inversión a Colombia meses atrás reversen esa nota apresurada, siguiendo el camino de Moody's, que hace dos semanas no solo mantuvo el estatus crediticio del país, sino que elevó su perspectiva a estable. Valga decir, asimismo, que la improvisada descalificación de las primeras dos firmas no ha tenido mayor impacto en el perfil de la deuda soberana. Prueba de ello son las recientes y exitosas operaciones de colocación de bonos colombianos y otros papeles, con alta demanda y tasas bajas.

La iniciativa presupuestaria fue aprobada con una votación de 68 votos a favor y nueve en contra en Senado y de 117 por sí y 18 por el no en Cámara. Sin duda hay aquí un mensaje político contundente en torno a la confluencia de propósitos entre las fuerzas políticas, en donde el ánimo conciliatorio, la pedagogía y la claridad de metas expuestas fueron pieza fundamental. Mucho más que la anarquía trepidante, que se vivió en las épocas del paro de abril y mayo, este debate fue una muestra de que los colombianos son capaces de encontrar sinergias positivas cuando existe un diálogo franco y conclusivo, dentro de los cauces institucionales.   

En otra faceta, el presupuesto apenas aumentó 5,3% con respecto al de 2021, lo que es una demostración de que se optó por recortar en algunos rubros no prioritarios (incluido un apretón en gasto de funcionamiento) en lugar de arriesgarse a disparar aún más el déficit. De hecho, mientras la inversión aumentó en 18% (configurando lo que el gobierno denominó “el presupuesto de inversión pública más alto de la historia en Colombia”), los gastos de funcionamiento solo crecieron en 2,6% frente a la anterior vigencia. Así, el sucesor en la Casa de Nariño no encontrará la ‘olla raspada’ ni una crisis fiscal insalvable, especialmente porque el financiamiento en los rubros más sensibles (educación, defensa, salud y empleo) continúa siendo el de más alta destinación de recursos.

Desde luego, si bien hay conciencia de que el hueco fiscal continúa y es necesario afinar la estrategia financiera estatal, es claro que mantener el apoyo decidido a la reactivación económica y productiva, que tiene al país creciendo hoy casi a un 10%, terminará generando, a corto y mediano plazos, dividendos y excedentes en materia de divisas e impuestos, mucho más allá del llamado efecto “rebote”. No en vano, por decirlo así, un crecimiento económico superior al del 2019, como ya viene ocurriendo, es la mejor reforma tributaria y el sistema más eficaz para engrosar los recursos del Estado. Es una consigna para no olvidar.