Humildad | El Nuevo Siglo
Lunes, 28 de Octubre de 2019

Escribo esta columna faltando dos semanas para las elecciones. Así que no sé cuál será el resultado de las votaciones ahora que usted me lee. 

Déjeme contarle que he trabajado todo este año en las calles de Bogotá, recorriéndola, descubriéndola y explorándola. Yo soy de esas bogotanas enamorada de mi ciudad. Pero en este tiempo podría decirse que me volví una callejera. A diferencia de muchos que la critican y aborrecen, yo no me imagino viviendo por fuera de este caos.

Intenté llegar a la carrera por la Alcaldía y para eso recogí cien mil firmas y me caminé mil kilómetros para lograrlo. Pero no crecí en las encuestas y el principio de realidad que trato de aplicar en mi vida como un principio rector, me indicó que hasta ahí había llegado. Se cerró una puerta y se abrió una ventana cuando el Partido Cambio Radical me invitó a encabezar la lista al Concejo de Bogotá. Con mucho entusiasmo inicié esa candidatura. Con todas las ganas salí a la callejear y a intentar llegar al Concejo. Espero haberlo logrado. Pero si no, sé que estaré tranquila con los resultados.

La humildad es un valor en extremo valioso. Cuando se gana y cuando se pierde en cualquier aspecto de la vida. La vanagloria sobra en el triunfo, y la victimización minimiza la realidad del proceso que se haya llevado a cabo. 

En cambio la humildad da perspectiva para aceptar con mesura el resultado del proyecto por el que se haya trabajado. Esto, sin embargo, no lo exonera a uno de los sentimientos de alegría o de tristeza con la lógica correspondiente a la humanidad. Pero la humildad ayuda a que no haya exageraciones que puedan agredir o menospreciar a los otros, pero sobre todo, a uno mismo. 

Espero estar feliz y si estoy triste, confío en que pronto me sentiré mejor. 

Acá lo más importante es el futuro de la ciudad. La construcción colectiva de un proyecto de vida que beneficie el bien-estar de todos y no los intereses de unos pocos.

Confío en que los próximos años serán de gran crecimiento para esta ciudad que amo, en la que nací y vivo con mi familia.

Gracias a todas las personas que me han acompañado, apoyado y que sobre todo que creyeron en mí. Trabajaré desde donde me corresponda con toda la fuerza de mi alma, como siempre lo he hecho. A todos ustedes que han hecho parte de este camino, y que espero lo sigan siendo, GRACIAS.