Desperdicio | El Nuevo Siglo
Martes, 8 de Octubre de 2019

Guiada por la enorme experiencia diplomática acumulada por los cubanos por casi 60 años, la dictadura de Maduro aspira ahora a cristalizar una pretensión estratégica fundamental: ser elegida al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Pretensión cuyo perverso encanto radica, precisamente, en la inquietante paradoja consistente en que siendo uno de los regímenes más señalados por la propia ONU como violador sistemático de derechos humanos, ahora resultará elegido al Consejo global que está encargado de velar por ellos.
En consecuencia,
1- Aunque Cuba tendrá que dejar su curul porque la rotación la obliga, el castrismo seguirá ejerciendo el control en el Consejo al lograr la elección de Venezuela. Pretensión que no tiene nada de compleja puesto que La Habana cuenta en ese recinto de ocho miembros con aliados incondicionales como Uruguay, México y, probablemente, Argentina, en caso de que Fernández y Kirchner lleguen a la Casa Rosada.
2- Podría pensarse en bloquear la elección de Venezuela lanzando otra candidatura latinoamericana (como Guatemala, o Costa Rica), pero,
a- En la práctica, Venezuela cuenta ya con los votos cautivos necesarios, gracias a una mezcla tóxica de dependencia petrolera más una cierta dosis de encanto ideológico bananero; y
b- Brasil ha anunciado que busca ser reelegido, así que no querrá poner en juego la curul que ya tiene compitiendo con un tercero.
3- En resumen, a estas alturas sería preferible que los tímidos países aliados de la democracia y del presidente Guaidó asumieran que Venezuela ya ha logrado una nueva victoria diplomática, en vez de correr el riesgo de perder la presencia de Brasil en el Consejo.
Y, sin duda, la lección es clara: cuando los países que conforman la coalición hemisférica contra Maduro, o sea, los EEUU y el Grupo de Lima, desperdician la ventaja estratégica que aún tienen, todo está perdido porque el vacío que dejan es instantáneamente llenado por las dictaduras hostiles.
¿Y cómo desperdician la ventaja?
Negándose, por ejemplo, a espiar al adversario -como sostiene diplomáticamente el Gobierno Nacional-. O absteniéndose de lanzar operaciones quirúrgicas sobre objetivos selectos en territorio hostil con base en el derecho a la legítima defensa ampliada.
Que es exactamente lo que podría suceder con el TIAR si, ya que está activado, no se usa como lo contempla el artículo 8, es decir, explorando decididamente la posibilidad de usar la fuerza colectiva contra el despotismo.