Shakespeare y los bonos de agua | El Nuevo Siglo
Miércoles, 10 de Octubre de 2018

“Astuta disculpa para eludir falta a ética”

 

La interpretación de los hechos con respecto a la decisión no siempre se hace con la propiedad debida y varía conforme a la voluntad de la parte que resuelve el caso. Esta es una subjetividad que transforma todo. En “El mercader de Venecia”, Porcia, respaldada por el Dux, asume la defensa de Antonio y para lograrla acepta las pretensiones de Shylock,  pero conforme a su criterio acerca del acuerdo convenido entre las partes. Esta obra de Shakespeare es un ejemplo modelo de la astucia empleada para adaptar la solución de un litigio. Al final, la situación discutida se resuelve a favor del demandado gracias a la elucidación de la defensa comprometida con el encargo que se le hace.

El asunto se evoca habida cuenta de las discusiones políticas, pues este arte tiene esa característica: la verdad depende del interés de quienes se respaldan en el poder que detentan.

El cuestionamiento al candidato de Trump a la Corte Suprema, señor Brett Kavanaugh, sindicado de conductas ocurridas cuando era estudiante, por parte de sus compañeras Christine Ford, Deborah Ramírez y Julie Swetnick, quienes lo acusan de abusos sexuales, episodios ocurridos en el siglo pasado, esto es hace más de treinta y pico de años, no por el transcurso del tiempo deja de considerarse como motivo válido para adelantar un juicio.

En el caso de Alberto Carrasquilla, actual ministro, cuestionado por conductas cometidas cuando pertenecía a la cartera del gobierno del ‘Chalán del Ubérrimo’, el senador Ernesto Macías alega, con respecto a las imputaciones hechas en el debate promovido por Jorge Enrique Robledo, que esos acontecimientos, relacionados con los “bonos de agua”, sucedieron en otros gobiernos y que, por lo tanto, no es época para discutirlo o fundar con base a ellos razones para aprobar una censura al funcionario acusado. Una astuta disculpa para eludir una falta a la ética.

Una de las críticas más frecuentes que la clase política recibe tiene que ver con las conductas que esos personajes han tenido en ejercicio del poder que acogen, en virtud de su oficio. Antecedentes que no trascienden, por cuanto sus serviles seguidores -su clientela- siempre los absuelve como retribución a las porciones de mermelada o lentejas “donadas”. Los auxilios parlamentarios, que organizó el gobierno de Carlos Lleras, constituyeron esa criticada corrupción del momento. Pero el alzheimer colectivo es la causa última de la aberración del Estado. La historia está saturada de esos sucesos inmorales. Uno, el pasado abuso de Francisco Antonio Zea es una señal del ADN de la genética del gobierno; otro, el atentado de Florentino González, autor intelectual de la conspiración contra El Libertador,  premiado por su socio el señor Francisco de Paula, a tal punto que poco le faltó para ser presidente. ¡Pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla! Por ello cancelaron esa cátedra en las escuelas.