¡Premio Nobel acertado! | El Nuevo Siglo
Martes, 9 de Octubre de 2018
  • Nordhaus, Romer y “economía verde”
  • La lucha contra el cambio climático

El otorgamiento del Premio Nobel de Economía a dos científicos que han buscado acompasar los avances tecnológicos con el medio ambiente merece aplausos. En particular el galardón para William D. Nordhaus, quien ha dedicado sus investigaciones a descubrir las incidencias de la última etapa de la revolución industrial en el cambio climático.

Con el premio debe hacerse conciencia sobre los vasos comunicantes entre un desarrollo sin consideraciones con el amparo de los recursos naturales y la necesidad de ajustar el modelo dentro del mundo contemporáneo, so pena de llegar a una temperatura inviable para la vida humana. Nadie discute hoy, ciertamente, que el planeta se ha venido calentando. Para hoy dos visiones sobre el tema. Una que en general se practica en los Estados Unidos, particularmente por el Partido Republicano, de acuerdo con la cual el calentamiento global se debe a circunstancias naturales, propias de las diferentes eras planetarias. Otra que plantea que los factores antropogénicos, que han servido para el gigantesco desarrollo tecnológico y universal desde la revolución industrial, han afectado el clima, a raíz del uso desbordado de los combustibles fósiles, y por tanto se requiere una producción y consumo responsables con el medio ambiente.

Esto porque, indudablemente, hoy no es posible observar los cambios climatológicos como un fenómeno puntual en ciertos territorios, sino que estos se deben a los elementos sistémicos que actúan sobre la biósfera, compartida globalmente. Y la razón por la que se vienen dando los cambios consiste en la emisión de gases de efecto invernadero, en particular el carbono, el metano y los nitratos provenientes de la energía producida por el carbón, la indisciplina en la ganadería extensiva y la catastrófica deforestación, que impiden los sumideros para la liberación de oxígeno.

Ello ha llevado a que los países de mayor producción planetaria, como Estados Unidos, China y Rusia, incidan sobre el medio ambiente universal, causando este último catástrofes en diferentes partes del orbe, como efectivamente suele suceder con suma frecuencia. De modo que la liberación de gases de efecto invernadero, en los hemisferios, procede alrededor de un 60 por ciento de las grandes potencias, sin que exista equilibrio de ningún tipo sobre las demás naciones, en particular las más vulnerables. Precisamente, Nordhaus ha propuesto, una y otra vez, crear las condiciones para que exista al menos una compensación, sobre la base de “bonos de carbono” y la financiación de la “economía verde”.

A ello se suman las ideas de innovación tecnológica de su otro colega premiado, Paul M. Romer, según las cuales de proyectos de pequeña escala, en el entorno inmediato, se pueden generar grandes conceptos económicos y sociales, e inclusive aquellos que sirvan para la salvaguarda medioambiental.

El Premio Nobel de Economía otorgado a estos dos científicos busca, pues, seguir haciendo conciencia sobre las dificultades que puede vivir el planeta hacia el futuro si no se vira a una mentalidad que permita tener al clima como uno, sino el principal, factor esencial de la producción. A estas alturas, ciertamente, el uso excesivo e indiscriminado de los combustibles fósiles ha llevado a que, como decía James Lovelock, el planeta tenga fiebre. Y la única posibilidad para evitarlo es encontrar la matriz mundial de producción de  energía limpia, entre otras la hídrica, la solar y la eólica. De hecho, Colombia tiene una matriz energética fundamentada en el agua, pero ello es bastante extraño en el mundo.

La crisis de la burbuja inmobiliaria, a partir de 2008, impidió que los “bonos de carbono” tuvieran desarrollo efectivo. Al mismo tiempo la salida de algunas potencias del Acuerdo de París sobre Cambio Climático hace prever que no hay mucho optimismo sobre el control vinculante de la emisión de gases hemisféricos y el cumplimiento de los compromisos voluntariamente adquiridos en la materia.

En todo caso el Premio Nobel de Economía 2018 sirve, definitivamente, para llamar la atención sobre los resultados del último Panel de Cambio Climático y su desarrollo, dentro del cual es a todas luces evidente que no está haciéndose el esfuerzo suficiente para evitar llegar a temperaturas inviables para la existencia del ser humano. Mucho menos con la erosión permanente de las cuencas hídricas y la deforestación imparable en los continentes, como sucede en nuestro país. Sea esta la oportunidad para volver a insistir en la materia, puesto que la pedagogía ambiental todavía resulta precaria frente a los grandes retos orbitales.