Palos de ciego | El Nuevo Siglo
Domingo, 21 de Octubre de 2018

“El mundo está enfermo por causa del egoísmo”

 “El Principito” comenta que solo con el corazón se puede ver bien… lo esencial es invisible a los ojos; es mucho más difícil juzgarse a si mismo que juzgar a los demás; si lográs juzgarte bien a ti mismo eres un verdadero sabio. La palabra es fuente de malentendidos. Tiene razón Saint-Exupéry: cuando no buscamos la verdad con el corazón, si no entendemos la libertad como el auténtico bien común, si cada uno hala para su lado, si no nos juzgamos a nosotros mismos, si no hay conciencia que corrija rumbo en procura del bien.

Si no nos abrimos a la verdad de la persona humana, a la antropología madura, no tiene sentido soñar con una Colombia grande, soberana y libre. Pablo VI, con su visión profética, dedicó gran parte de su pontificado a los derechos humanos: a las personas concretas, en toda su realidad, a todo lo que ellas son. En el entendido que el desarrollo de los pueblos es el nombre de la paz. No solo en lo económico o en lo político, reconociendo que el desarrollo significa pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas.

Esto es verse libres de la miseria, hallar con más seguridad la propia subsistencia, la salud, una ocupación estable; participar todavía más en las responsabilidades, fuera de toda opresión, y al abrigo de situaciones que ofenden su dignidad, en condición de humanos; ser más instruidos, en una palabra, conocer y tener más para ser más: esta es la aspiración de los hombres de hoy. Porque el desarrollo no se mide cuantitativamente sino cualitativamente.

Se trata de ocuparnos de cada persona, de toda la persona, sin distinción de credo, sexo o de una etnia determinada. De la persona con toda su realidad, como agente de cambio, como ser político, como ser social y sociable. En cuanto miembro de una familia, debe interesarse de la totalidad de la persona humana.

El mundo está enfermo por causa del egoísmo, de las ideologías, hay que construir una civilización del amor, fundada en la caridad, esto no es marxismo, ni liberalismo, hay que ser capaces de discernir, de procurar construir una civilización fundada en la caridad, no sobre el dinero o el progreso económico.

Siendo esto evidente ¿cómo entender la Corte Constitucional jugando a dios, resolviendo quién y cuándo puede vivir, y quién debe morir -con el beneplácito de medios de comunicación, de cristofóbicos, de fanáticos ignorantes-, burlando, olímpicamente, la voluntad del pueblo, manifiesta en una Constituyente, y recogida en Nuestra Constitución? Señores y señoras: zapatero a sus zapatos, las ideologías no son de su incumbencia, son palos de ciego.  

Tiene razón “El principito”: la palabra es fuente de malentendidos, pero en nuestro caso no se trata de malentendidos, se trata de vacío de conciencia. Cuando lo inteligente es buscar caminos, el camino del bien, que deben ser testimonio de principios y valores con una vida coherente con estos. Esto abrirá la ruta del desarrollo, sin negar el valor total de la persona, sin negar al Dios en quien creemos la mayoría de los colombianos.