Los estudiantes marchan | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Octubre de 2018

“Que no solamente pidan más plata”

En relación con las recientes movilizaciones sociales en torno al complejo tema de la educación importa, quizás, manifestar algunas opiniones o, mejor, compartir algunas reflexiones.

Harto conviene a la democracia participativa NO estigmatizar la movilización comunitaria, siempre y cuando ella sea pacífica y dentro de los cánones legales. No se ajusta a la justicia estigmatizar la movilización que no destruye los buses de Transmilenio, que no afecta el comercio, que no pone en jaque la seguridad ciudadana.

Los desadaptados que maltrataron a sus conciudadanos y afectaron bienes públicos fueron ejemplarmente corregidos por la mayoría de los jóvenes que ven en el pacífico y decente activismo de calle una forma legítima de levantar su voz. Ese fue un hecho histórico que se vivió esta semana a propósito de las marchas por el tema de la educación. Hecho, también hay que decirlo, únicamente superado por las marchas convocadas por el partido Centro Democrático donde sus seguidores se aprestaron a dejar más limpio y en mejores condiciones los epicentros de las manifestaciones.

Y también importa reflexionar sobre la conveniencia y utilidad de haber politizado la marcha. Creo que era innecesario entregarle en bandeja de plata tan bella oportunidad y tan trascendental mensaje al dirigente político Gustavo Petro ¿Por qué? ¿Con qué objeto?

Para finalizar, creo que el mensaje del aumento presupuestal para la educación pública superior es insuficiente, diría, anacrónico. Creo que los tiempos que corren demandan de los manifestantes y de la comunidad académica, en general, que no solamente se pronuncien para pedir más plata. Es menester que marchen también para exigir calidad en el profesorado, actualización en la educación pública y que exista cierto grado de correspondencia entre lo que reciben en las aulas con lo que requiere el mercado laboral.

Para lograr lo primero es necesario, entre otros, exigir la despolitización de la universidad pública, romper los lazos de privilegios del magisterio, exigir que los profesores sean calificados a profundidad, periódicamente y de manera seria. Para lo segundo, resulta indispensable educar con valores éticos y democráticos, así como el dominio del inglés. Y, lo tercero, que las competencias educativas no generen decepción laboral.

Todo ello es mucho, muchísimo más importante, que el aumento porcentual presupuestal. No hace sentido que en pleno siglo XXI tengamos costo por estudiante superior en la universidad pública que en la privada, si el mercado no los recibe con oportunidades de trabajo porque sus competencias profesionales son deficientes. Esto habida consideración al hecho de la politización de la educación, a sus pésimos enfoques y a la inutilidad de un magisterio que nunca marcha por velar por una política pública mejor sino por el aumento de su presupuesto.

 

Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI.

@rpombocajiao