De la decencia en la política | El Nuevo Siglo
Sábado, 6 de Octubre de 2018

"Peñalosa y Duque, dos figuras emblemáticas"

 

No deja de ser significativo que en una misma generación - un periodo de veinticinco años en promedio- se den cita dos figuras muy reconocidas, de perfiles similares, que llamen la atención pública por su manera y estilo de ver el mundo y encarar sus compromisos de vida. Es verdaderamente grato comprobar cómo dos figuras, como las de Enrique Peñalosa Camargo e Iván Duque Márquez, han irrumpido en el quehacer político colombiano para demostrar que con gran honestidad personal y profesional, inmensa capacidad ejecutiva, voluntad férrea y visión de futuro, se puede reivindicar el papel de los servidores públicos.

Precisamente en momentos en que "una clase sin clase" se encuentra en su más grande desprestigio y no pocos de sus miembros están en la cárcel o siendo procesados por malos manejos, abuso de poder, una absoluta falta de escrúpulos en el desempeño de las funciones sagradas que les ha delegado la sociedad y por un descaro moral en el ejercicio de su misión, estas dos renovadoras figuras hacen su aparición para mostrar como "sí se puede" ser políticos sin arrugas en el alma.

Peñalosa ha sido el primero de los dos en desempeñarse con lujo de competencia en el difícil encargo de Alcalde Mayor de Bogotá. Sus dos administraciones, la primera hace ya más de una década y la segunda en pleno desempeño, nos han mostrado un burgomaestre dedicado todas las horas a velar y mejorar la vida de los capitalinos. Se le ha acusado de tener un ego mayor que el de su elevada estatura, pero en realidad se ha comprometido a trabajar como ha sabido hacerlo.

"El que la hace la paga" es el lema de combate de Duque y habiendo llegado muy joven a la primera magistratura, nos ha mostrado cómo las buenas maneras no riñen con la firmeza de convicciones y la entereza de sus propósitos. Tuvimos la fortuna de conocer a su padre y podemos decir que de "tal palo, tal astilla".  Los Duque han dado testimonio paradigmático de cómo se encaran las responsabilidades públicas. Con ambos personajes al frente de los destinos nacional y bogotano nos sentimos muy bien gobernados.

Las exigencias del mundo moderno y las nuevas formas de relacionarse en la sociedad contemporánea, están demandando también nuevas maneras de ejercer el poder. Por ello debemos darle una cálida bienvenida a la reforma política que ha comenzado a abrirse paso en el Congreso de la República. La llamada "lista cerrada y única" de los aspirantes a ser congresistas, diputados o concejales, es una muy buena solución a ese mercado electoral, evidentemente corrupto, en que se ha convertido la carrera política por acceder a los órganos legislativos, judiciales y ejecutivos. También lo es el poder acabar con las reelecciones indefinidas en esos mismos cargos y con la financiación sin controles del juego electoral.

A una clase política con clase, como es a la que pertenecen todos los Peñalosa y los Duque que en Colombia existen, debemos de construirles nuevos escenarios incontaminados y sacrosantos para su buen desempeño.