Consenso, hoja de ruta tributaria | El Nuevo Siglo
Lunes, 22 de Octubre de 2018
  • Un mapa político inédito para la reforma
  • Aterrizar el proyecto de una vez por todas

Quedan escasos dos meses y 10 días para que termine el año y un poco menos para que acabe el primer tramo de la legislatura parlamentaria. Tras la aprobación la semana pasada del Presupuesto General de la Nación para 2019, es claro que ahora más que nunca se requiere una reforma tributaria, ya que el hueco en materia de gastos de funcionamiento, inversión y servicio de la deuda es de 14 billones de pesos.

¿De dónde saldrán dichos recursos? De cuatro fuentes primordialmente: un plan de austeridad en materia burocrática y de funcionamiento; recursos adicionales por cuenta de la minibonanza de precios del petróleo y el carbón; de una mayor eficiencia en el recaudo tributario y la lucha contra la evasión y la elusión; y, por último pero no menos importante, de una reforma tributaria que el Gobierno debe radicar esta semana en el Congreso si quiere que la misma se aplique para la vigencia de 2019. Una reforma que aunque el Ejecutivo trate de bautizar como “ley de financiamiento” es, como se dijo, un apretón tributario que, como siempre ocurre con este tipo de proyectos, será una mezcla de zanahoria y garrote. En otras palabras, que así como a algunos sectores se les cargará la mano para que tributen más, a otros se les rebajará la carga impositiva.

Siendo claro que los tiempos para la aprobación de una reforma tributaria son ya muy apretados, es evidente que la posibilidad de que esta vea la luz dependerá primordialmente de la capacidad que tenga el Gobierno para allanar consensos con las distintas bancadas, tanto en las comisiones económicas conjuntas -porque lo más seguro es que la iniciativa llegue con mensaje de urgencia- como en las plenarias, en donde la necesidad de esos acuerdos previos es más imperativa, toda vez que los plenos de Senado y Cámara tendrán una agenda muy apretada pues deben evacuar el grueso de los proyectos de reforma política, económica y anticorrupción.

Es evidente que aprobar la reforma tributaria no será nada fácil. Ya partidos como Cambio Radical han presentado su propia iniciativa de ajuste impositivo, al tiempo que otras colectividades como el Centro Democrático han sido claras en fijar unas líneas rojas sobre lo que no aprobarían, pese a tratarse del llamado “partido de gobierno”. Igual otras bancadas, como se advirtiera la semana pasada en los debates al Presupuesto en las plenarias, son de la opinión de que el alza de los precios minero-energéticos debe flexibilizar el ajuste de impuestos.

Pero ese consenso no debe limitarse únicamente al flanco político. Los gremios de la producción, que en materia tributaria tienden a defender cada cual su respectivo sector, han advertido que la tendencia gubernamental a anunciar el alcance de la reforma a ‘cuentagotas’ no fue la mejor estrategia, ya que como ocurrió con la idea de ampliar el IVA a más productos de la canasta familiar, le tocó al Ejecutivo emplearse a fondo en explicaciones tempraneras y parciales. Sería ingenuo negar que esta circunstancia le quitó margen de acción política a la iniciativa.

¿Qué contendrá la reforma? Por ahora es incierto cuáles serán los cambios puntuales que se propondrán en el articulado que el Ministerio de Hacienda debe llevar esta semana al Congreso. De lo adelantado por el titular de la cartera y por el propio Presidente de la República, se sabe que se tocará la base de pagadores del IVA, así como la del impuesto de renta. A los empresarios se les reducirá la carga impositiva con el fin de impulsar la productividad y la generación de empleo. De allí en adelante hay mucha especulación e interpretaciones disímiles sobre los anuncios a ‘cuentagotas’ gubernamentales.

Visto todo ello, resulta arriesgada la posibilidad de proyectar unas primeras conclusiones sobre la viabilidad y oportunidad de la reforma en ciernes. Hay que esperar a que el articulado, por fin, se aterrice en el Congreso y se pueda vislumbrar en qué aspectos podrían allanarse consensos partidistas rápidos y en cuáles será necesaria una discusión más a fondo, pese a que la cuenta regresiva para que acabe la legislatura se acelera de forma preocupante. El Ejecutivo debe ser consciente de que habrá temas en donde tendrá que ceder y que -siendo realistas- la polarización política y la nueva correlación de fuerzas parlamentarias entre coalición de gobierno, independientes y oposición marca un escenario en donde nunca antes se había discutido un ajuste de impuestos y menos aun cuando apenas faltan 12 meses para la próxima cita en las urnas, un hecho que incidirá sustancialmente en la postura que tome cada colectividad.