Bogotá, gran polo de atracción | El Nuevo Siglo
Sábado, 13 de Octubre de 2018

“Los automotores no caben en calles”

Si no fuera porque la velocidad promedio en Bogotá no supera los quince kilómetros por hora, sería muy bienvenida la determinación de la Alcaldía de fijar límites máximos en algunas vías no superiores a  cincuenta kilómetros por hora. Los que tenemos que transitar conduciendo nuestro propio vehículo, o los de servicio público, podemos observar a diario que no existen vías que permitan conducir a esa velocidad, ni ninguna otra parecida. 

Sea lo primero señalar que no existe vía, calle ni avenida que por su diseño permita desarrollar altas velocidades como la que ahora prohíbe la Alcaldía.  Pero, aunque en sus condiciones de alineamientos y curvaturas en las vías altas velocidades fueran alcanzables, es necesario señalar que el estado de su infraestructura es bastante deplorable. Dicho en otras palabras: que si el diseño geométrico lo permitiera, el estado de los pavimentos no facilita altas velocidades.

Los automovilistas se preguntan a diario lo que las autoridades locales deberían hacer, también a diario. El mal estado de las vías compromete la estabilidad de quienes por ellas circulan. No se toman las medidas del caso para prevenir accidentes y estar seguros de que están cumpliendo con sus obligaciones de funcionarios públicos.  Pero no, tal parece que cuando pasan por nuestras deterioradas vías están mirando para otro lado, o sencillamente las dejan así para hacer notar su eficiencia cuando logran hacer algo.

Pero bueno, dejando a un lado el estado de las vías, y dejando a un lado el ánimo crítico, esta medida de los 50 kilómetros hora parece ser plausible si viniera acompañada de una información con respecto a las autopistas en las cuales se presentan más accidentes y la hora del día en que estos ocurren. Especialmente las que van de sur a norte y algunas, pero pocas, de oriente a occidente, en las cuales los conductores pueden desarrollar velocidades que no son precisamente las que deben usarse en vías urbanas.

Pero también hay que analizar el exceso de vehículos, a pesar del esfuerzo que se ha hecho con el llamado “pico y placa”, al cual nos hemos adherido gustosos o no los bogotanos. Los vehículos bien parece que no caben en las vías de las cuales disponemos. En cierta manera nos hemos acomodado a esta tarea, que es beneficiosa para todos. Nuestro horario de acuerdo con las restricciones a la circulación se ha venido acomodando, y siguen llegando unidades nuevas para engrosar el parque automotor.

Si a todos estos esquemas de vías insuficientes y en mal estado, y a la gran cantidad de automotores que no caben en las calles, le agregamos la indisciplina de todos los conductores, el panorama no parece ser muy alentador pues, a pesar de estos y otros males, la capital sigue creciendo y siendo un gran polo de atracción.