Distopías, utopías y perplejidad | El Nuevo Siglo
Miércoles, 20 de Octubre de 2021

Cuando EU estaba en solitaria hegemonía mundial, Fukuyama, profesor en Estados Unidos, dijo que la historia había concluido. Que esa fórmula era la clave de la realidad histórica. La síntesis de toda tesis y antítesis. Por supuesto se trató de un disparate. Pero como convenía al status quo hegemónico, él sigue siendo hoy famoso y muy consultado. Lo que es a la vez síntoma de la decadencia en ciencias sociales de EU, incapaz de dar respuesta seria a lo que ocurre en sus propias fronteras, no ya en todo el planeta.

En el siglo XIX, el gran filósofo Hegel (que no podemos comparar con Fukuyama en un mismo día) afirmó que el prusianismo era la culminación de la idea absoluta encarnada en la historia. Naturalmente fue muy premiado por el estado alemán. Y de esa tesis surgieron dos titano maquias asesinas, el fascismo y el comunismo. Que se enfrentaron en la última guerra mundial.

En este momento no hay una tesis englobante que nos permita siquiera mitigar la ansiedad de su ausencia. No hay, quizá no puede haber una síntesis explicativa. Pero Hegel creía que nosotros, los de América no teníamos historia, mientras que su tardío seguidor Fukuyama pensaba que la historia ya había concluido. Vale decir que además jamás llegaremos a existir. Bueno creo que, sí existimos. Pero en eso es mejor no ser dogmáticos… Lo que ha venido después es fijar el sujeto histórico no en una clase social como en el marxismo, ni en el Estado como lo hace el fascismo. Se estudian comparativamente los Imperios en su auge y caída desde Spengler, omitiendo el sesgo racista que se estilaba en el siglo pasado. Y sopesando la realidad de elección de la persona, el juego de la libertad. En Asia predomina el énfasis de lo colectivo sobre lo individual, en occidente se hace énfasis en lo individual. Pero el ser humano no desaparece como en esas entelequias en las que la historia es un proceso sin sujeto.

 Ahora sufrimos el quiebre de la razón. Por ejemplo, Estados Unidos tiene un partido con sectas evangélicas, racistas, xenófobas. Si conservador actúa como revolucionario, desconoce la legitimidad del presidente Biden. Descree del proceso electoral. Y estaría dispuesto a romper la unidad territorial (Texas, Florida. Etc.) si su supremacía blanca protestante anglosajona, se viera en peligro.

En el exterior practican políticas de secta maniquea con términos como “eje del mal”, aplican sanciones arbitrarias, que permite a China salir al rescate de los otrora aliados, por ellos desechados. En esa realidad alterna reina un mundo de conspiración, de miedo y odio inenarrable. En el fondo de esa confusión, la utopía ingenua pero axiomática de un progreso indefinido, está el cambio climático con visos apocalípticos. Encuadrada esa angustia en el auge del consumo de estupefacientes que encaran como adictos: responsabilizando a terceros.

 La realidad hoy ha resultado más incomprensible que los pulidos disparates académicos, y no necesita ser coherente o ser creíble, le basta con ser realidad.