¿Con Eln se abre un proceso de paz inédito y con ‘empatías’? | El Nuevo Siglo
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Jueves, 6 de Octubre de 2022
Redacción Política

El reinicio del proceso de diálogo y negociación con la guerrilla del Eln genera tanto interrogantes como expectativas en el país. Suspendido este proceso tan pronto como se posesionó el presidente Iván Duque, en agosto de 2018, y luego roto definitivamente tras el cruento atentado contra la Escuela de Cadetes de Policía General  Santander, la administración Petro decidió retomarlo hace unas semanas.

Ya el martes la cúpula de la organización insurgente se mostró de acuerdo con sentarse de nuevo a la mesa, a partir de la primera semana de noviembre, e incluso en la misma instancia en que quedaron en 2018. Es decir, en la ampliación y consolidación de un eventual cese el fuego bilateral que, en principio, dista de la propuesta multilateral hecha por el gobierno Petro a la delincuencia organizada, especialmente los clanes asociados al narcotráfico, dentro de la estrategia bautizada como “Paz Total”.

Hay por tanto expectación, aunque a la vez cierto escepticismo frente a lo que pueda pasar con esta nueva etapa de diálogo con el Eln. Si bien esta guerrilla ha estado en varios procesos de paz con gobiernos en las últimas décadas, los cuales terminaron todos en rupturas y congelamientos (de los que esa facción siempre culpó al Ejecutivo de turno), es evidente que las conversaciones con la administración Petro tienen aspectos sin antecedentes.

Una diferencia radical

De un lado, es la primera ocasión en que esta guerrilla está sola en el escenario subversivo colombiano o no actúa por el viento de cola de otros diálogos. En los anteriores procesos siempre estaban las Farc como la principal amenaza y objetivo de los gobiernos, inclusive con otras facciones rebeldes menores.

De hecho, el Eln asistió a las conversaciones de Cravo Norte, Caracas y Tlaxcala, cuando con las Farc y sectores del Epl hacían parte de la Coordinadora Nacional Guerrillera y, de colofón, a la Asamblea Constituyente de 1991. Posteriormente hizo un intento autónomo en los efímeros diálogos de Maguncia y luego participó en el fracasado Pacto de Viana. Más adelante quiso tomar la misma relevancia que las Farc en los diálogos del Caguán, a partir de 1998, pidiendo una zona de distensión similar en el sur de Bolívar, lo que no fructificó, tanto por las rivalidades con la otra facción insurgente en la zona, como por la embestida paramilitar allí. Pero mantuvo múltiples conversaciones con el gobierno de entonces.

A continuación, luego de que avanzara la mesa de conversaciones en La Habana y el llamado acuerdo para el “fin del conflicto” con las Farc, que llevó a la desmovilización de buena parte de sus frentes, el gobierno Santos y el Eln abrieron una mesa de negociaciones paralela. La misma que, no obstante, fue suspendida en 2018 por la administración entrante y prácticamente rota tras la bomba en la Escuela General Santander.

Esa situación permaneció cuatro años, hasta semanas recientes cuando el gobierno Petro retomó el diálogo y la agenda que venía desde tiempos de Santos. En tanto, el Eln se fortaleció en los sitios de presencia tradicional, como el Catatumbo, Arauca y Chocó, además de ampliar sus milicias urbanas, y se convirtió de lleno en una guerrilla binacional de clara influencia en varios estados de Venezuela.  

Se calcula que en el vecino país hay no menos de 2 mil hombres-arma elenos, no solo ubicados en los estados fronterizos con Colombia, sino en otros más hacia el centro. A ello habría que sumarle que al menos 500 de sus combatientes serían de origen venezolano, un dato que sin duda marca un hecho inédito a la hora de plantear esquemas de desmovilización, desarme o localización de tropas insurgentes.

Al mismo tiempo, como se sabe, en 2016 hubo una desactivación considerable de las Farc, y aunque hoy los remanentes disidentes y reincidentes de este grupo tendrían alrededor de 4 mil hombres-arma, en el marco de la política de paz anunciada por el gobierno Petro no se les ha reconocido estatus político y se les plantea un nuevo esquema de acogimiento o sometimiento a la justicia para lograr su desarme y desmovilización. De hecho, sobre el tema, los entonces negociadores gubernamentales, Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, han dicho que lo que corresponde es aplicar el Acuerdo de La Habana en sus dictámenes correspondientes, sin dilaciones adicionales.



Entonces…

Visto lo anterior, hoy solo el Eln tiene posibilidades de presentarse como la única facción insurgente dentro de las cláusulas legales derivadas de la ley 418 de 1997 y sus reformas, incluso actualmente en trámite en el Congreso.

Así, estar de este modo en el escenario de la negociación política es un elemento que probablemente la cúpula de esa guerrilla querrá capitalizar, no solo para reforzar la visión que siempre ha defendido, sino también para marcarle distancia y diferencia conceptual y procedimental al proceso con las Farc, el cual respetaron, pero no dejaron de criticar como una entrega “revolucionaria”. Un proceso que, dijeron, en nada los involucraba ni comprometía. Inclusive, tiempo después voceros del Comando Central eleno llegaron a criticar el pacto logrado, señalando que no solo no había transformado al país, sino que haber entregado las armas de antemano había impedido la garantía para avalar el cumplimiento de lo pactado en La Habana.

Otro aspecto fundamental

En segundo término, es la primera vez que el Eln se sienta a la mesa para buscar una salida negociada con un gobierno de izquierda y, más aún, encabezado por alguien que, como el primer mandatario, fue también integrante de un grupo subversivo.

¿El hecho de tener el Eln y Petro un origen en la insurgencia facilitará el avance de las negociaciones? ¿O las afectará? De antemano a nadie escapa que es posible que esa “empatía” de base, fruto de las mismas vivencias, pese a la hora de una mayor flexibilidad de lado y lado. Pero, del mismo modo, también está presente hasta dónde Petro, como jefe de Estado, puede llegar en una negociación de este tipo, aunque de otra parte también es claro que sin el Eln su consigna de la “Paz Total” queda completamente desdibujada.

De suyo, sería un fracaso dejar por fuera, en un gobierno de su misma enseña de izquierda, a la guerrilla supérstite, la más antigua de América Latina, esa de Camilo Torres, el ‘Cura’ Pérez y ‘Gabino’, la misma que en parte se afinca en la teología de la liberación y, por lo demás, hoy en ascenso.

En todo caso el Eln ya ha mostrado indicios de que esto es así cuando ha dicho que en modo alguno los pueden meter en el mismo saco de la llamada “Paz Total” y que tiene hondas discrepancias en este aspecto.

De otro lado, parecería haber algunas coincidencias por cuanto, como es bien sabido, la idea de los diálogos regionales vinculantes es original del Eln, dentro de su formato tradicional hacia una Convención Nacional, y que Petro ha retomado sin saberse si ello haga parte de algún convenio o sea simplemente una equivalencia ideológica accidental. Incluso, como se sabe, más que hablar con el Gobierno o el Estado, al Eln siempre le ha interesado particularmente la interlocución con la llamada sociedad civil.

En todo caso, ya se sabe que uno de los cambios básicos frente a los procesos anteriores es que lo que se negocie en la mesa se aplica de inmediato. De tal modo, como decía el presidente Alfonso López Michelsen, puede haber en ello señales de lo que denominaba la “revolución por decreto”. Es decir, una serie de leyes, directivas presidenciales o resoluciones ministeriales que van saliendo de la propia instancia negociadora para llevarlas ipso facto a término, sin necesidad de entregar las armas.

Es posible, no obstante, que para llegar a cada una de esas decisiones el Eln determine previamente varias instancias, en el entendido, como se dijo, de que su pretensión central es el diálogo con la sociedad civil y el Gobierno es un simple instrumento para llevar a cabo lo acordado.        



Elementos adicionales

Pero no son los únicos elementos distintos de este proceso de paz con anteriores esfuerzos.

Por ejemplo, ya 'Gabino' no está al frente del Comando Central. No es un elemento menor, si se tiene en cuenta que fue la voz cantante y la opinión última y definitiva de esa guerrilla en los intentos de negociación en las últimas tres décadas. Ahora, aunque continúa la cúpula colegiada, es claro que ese rol lo tiene alias 'Antonio García', quien para algunos analistas es más radical que su antecesor. Además, el ingreso a la máxima instancia de mando de comandantes militares como alias ‘Pablito’ también estaría fortaleciendo la línea dura elena.

Visto todo lo anterior, queda claro que vislumbrar qué puede pasar en este nuevo proceso de paz con el Eln es complejo. Temas como la Convención Nacional como elemento central de la negociación y fuente de insumos de la mesa, la discusión de asuntos petroleros, mineros o ambientales, o la solución misma al problema del narcotráfico, tienen un nuevo marco circunstancial e incluso ideológico, dadas las posturas de Petro en cada uno de esos flancos.

Por ahora habrá que esperar a que comiencen las tratativas y se pase de la retórica y el lenguaje propio de las fases previas, a la discusión de los primeros asuntos de fondo. Solo allí se podrá tener una proyección más clara sobre si este será el último y definitivo intento de paz con el Eln, o sobrevendrán las rupturas de siempre. Pero en todo caso es un panorama totalmente diferente a los previos.