Chile se encuentra sumergido en su laberinto constitucional | El Nuevo Siglo
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Domingo, 2 de Octubre de 2022
Redacción internacional con AFP

Chile está sumergido en negociaciones para lanzar un nuevo proceso Constitucional, pero a casi un mes de la contundente derrota en las urnas de la propuesta de nueva Carta Magna, no logra encontrar una fórmula de consenso entre una élite política cada vez más polarizada.

Conocido el resultado electoral del plebiscito del 4 de septiembre, que por un 62% rechazó la propuesta de nueva Constitución que buscaba reemplazar a la heredada de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), los partidos políticos comprometieron un rápido acuerdo para establecer un nuevo itinerario electoral.

Pero transcurridas varias rondas de negociaciones y cerca de un mes después del referéndum, no hay aún un acuerdo sobre los llamados "bordes" (límites) o nuevos principios generales que regirían al nuevo proceso: cuál será el órgano que redacte la nueva Carta Magna, quiénes lo integrarían y en qué plazos realizará su trabajo, entre otros aspectos.

"Es un momento bastante prematuro para decir que tenemos cerrado un nuevo proceso constituyente en Chile. Estamos en lo que son las etapas preliminares", dijo a la AFP el politólogo de la Universidad Diego Portales, Rodrigo Espinoza.

Los extremos políticos, tanto desde la izquierda como la derecha, han agudizado los argumentos a favor y en contra del proceso, haciendo más difícil llegar a consensos.

"La complejidad que tiene este proceso es que, por ambos lados, tanto la izquierda extrema como la derecha extrema, generan costos para que este acuerdo sea posible", dice a la AFP el politólogo de la Universidad de Santiago, Marcello Mella.

"Y aislar a los extremos requiere su tiempo", agrega este analista.

 

"Bordes" o límites-

La oposición de derecha -en minoría y sin poder de decisión en la Convención Constitucional que redactó la fracasada nueva Carta Magna- se apropió del contundente triunfo del "Rechazo" y estableció una serie de límites y condiciones para relanzar un nuevo proceso constitucional, entre ellos que no se trate de un texto "refundacional" como considera que fue el anterior.

"Ni siquiera el más optimista del mundo del 'Rechazo' pensó que la diferencia (electoral) del plebiscito de salida iba a ser tan grande, y eso fortaleció la postura de los sectores más duros", dijo Rodrigo Espinoza, para explicar la demora en llegar a acuerdos.

La coalición opositora propone que haya asuntos que se respeten en el proceso constituyente futuro como la "unidad de la nación chilena; la existencia de tres poderes del Estado autónomos e independientes; la existencia de un Congreso bicameral compuesto por una Cámara de Diputados y Diputadas y un Senado y la protección del derecho a la vida".

La propuesta contradice aspectos consagrados en la fracasada propuesta constitucional, que establecía el derecho al aborto y terminaba después de 200 años con el Senado de la República (y lo sustituía por una cámara de las regiones). Establecía, además, un Estado plurinacional, con el reconocimiento de 11 naciones originarias.

"Sin principios ordenadores, es muy difícil que la ciudadanía perciba que este proceso es diferente al que fracasó rotundamente el 4 de septiembre", explico el senador y presidente del ultraconservador partido Unión Demócrata Indepeniente UDI, Javier Macaya.



 Contenido del acuerdo

El presidente Gabriel Boric pidió también un proceso constituyente "con bordes más claros" que el anterior, que partió de una hoja en blanco, aunque con límites distintos a los que propone la derecha.

"No pretendo pautear cómo los congresistas tienen que llegar al contenido de este acuerdo" pero "hay cosas evidentes. Uno: el pueblo chileno se pronunció mayoritariamente en el plebiscito de (de octubre de) 2020 por una nueva Constitución escrita por un órgano 100% electo para ese fin", afirmó el mandatario.

Todavía las coaliciones políticas no fijan los mínimos comunes, aunque hay señales de acuerdo para que sea redactado por un órgano paritario, con votaciones regulares y acompañado por una comisión de expertos, la que no operó en el proceso anterior.

Este viernes, cinco representantes del oficialismo y de la oposición se reunían para seguir con las conversaciones.

¿Podría quedar en nada el proceso?

"Es posible que esto pudiera quedar en nada, pero hay un temor de que pudiera revivir el 'octubrismo'", advierte el politólogo Espinoza, en referencia a las masivas manifestaciones sociales que estallaron el 18 de octubre de 2019 y que dieron inicio al primer y fracasado proceso constitucional.

El pasado 12 de septiembre, cuando los partidos políticos reanudaron las negociaciones para delinear un nuevo proceso constitucional, los representantes de derecha pidiendo "cautela y responsabilidad" ante diferencias con la izquierda sobre supuestos acuerdos.

Tras acordar las primeras líneas de la "la hoja de ruta" de un nuevo proceso, hubo gran optimismo por los acuerdos iniciales, al punto que el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Soto dijo “vamos avanzando a paso firme”.

En su momento, los parlamentarios dialogaron sobre la posibilidad de implementar un órgano encargado de redactar la nueva Constitución 100% electo de forma popular, aunque sin establecer definir el número de integrantes (el anterior estuvo compuesto por 155 constitucionales), al igual que el establecimiento de un comité de expertos para apoyar la redacción de los artículos.

"Estamos muy esperanzados con el resultado del diálogo del día de hoy; ya sabemos que hay un acuerdo de volver a elegir 100 por ciento democráticamente a personas que puedan redactar una nueva constitución para Chile", afirmó por esos días la ministra general de la Presidencia, Ana Lya Uriarte, lo que recibió un llamado inmediato de atención de los partidos de derecha advirtiendo que "todavía no se han concretado acuerdos" y criticando el anuncio que "amenaza las confianzas y el espíritu colaborativo".

Las diferentes encuestas, como la de Cadem, revelaron que un 67% de los chilenos está de acuerdo con la redacción de una nueva Constitución. Sin embargo, partidos como el Republicano del excandidato presidencial José Antonio Kast reafirmó no querer realizar un nuevo proceso constituyente.

Ello ha evidenciado desde entonces que la derecha está dividida entre quienes frente al nuevo proceso constituyente y así lo destacaron, desde el mismo día del mayoritario ‘rechazo’ analistas como Cecilia Osorio, académica de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, quien aseguró que “La derecha queda tensionada entre los sectores más moderados, que han comprometido cambios y reformas, y la posibilidad de continuar un camino de nueva Constitución, y los sectores más extremos, que creo no están dispuestos para ese cambio”.

Recordó que la derecha ha comprometido varios cambios, pero son todavía "un listado de intenciones que no queda claro cómo lo van a articular”.

Para el analista de la U. Central, Marco Moreno, los cambios que proponen los conservadores requerirían de acuerdos transversales con las bancadas de izquierda en el Congreso y "no se requeriría de los parlamentarios republicanos" de ultraderecha.

Ambos expertos sostienen que la divergencia dentro de la derecha deja en "incertidumbre" cómo se abordarán las posibles reformas y a qué acuerdos llegarán en un Congreso con fuerzas equilibradas y una izquierda fraccionada por el resultado del referendo.

Entre tanto, el presidente Gabriel Boric, que se vio forzado a virar hacia la centro izquierda con la remodelación ministerial tras el referendo, sigue de cerca el proceso de negociación que lidera el Congreso y confía, como lo dijo previendo el fracaso del texto constitucional en las urnas, que la idea es que se empiece desde “cero” una nueva Constitución.

"Me comprometo a poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana", afirmó en un discurso a la Nación tras el resultado electoral, el 4 de septiembre.

Pero, como se ve, el nuevo proceso está hoy empantanado, a paso lento y lejos de cumplir el objetivo.