Un octubre complicado | El Nuevo Siglo
Viernes, 30 de Septiembre de 2022

* Alzas en gasolina y tasas de interés

* Ojo a mayores presiones inflacionarias

 

No asoman días fáciles para las familias colombianas. El sistema productivo, si bien mantiene un buen ritmo, empieza a mostrar leves síntomas de desaceleración, según se desprende del último reporte del Índice de Seguimiento a la Economía (ISE) para julio (con respecto al mes inmediatamente anterior). De otro lado, esta semana el Banco de la República aumentó el pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) para 2022 de 6,9% a 7,8%, lo que sin duda es una señal alentadora, pero prendió las alarmas respecto a 2023, bajando su proyección de 1,1% a 0,7%, que si llega a concretarse sería el segundo rubro más bajo en lo corrido de este siglo.

De igual manera, aunque el desempleo bajó en agosto con respecto al mismo mes del año pasado, se mantiene todavía por encima de los dos dígitos (10,6%). La inflación, por otro lado, continúa siendo la principal amenaza para el bolsillo de los hogares. Como se recuerda llegó a 10,8% en agosto y este miércoles se dará a conocer el dato de septiembre. Los analistas tienen apuestas disímiles respecto a si el costo de vida al cierre del tercer trimestre bajó o subió. Sin embargo, el Emisor alertó el jueves pasado que este indicador mantiene una tendencia creciente y las expectativas a mediano plazo aumentaron. Por lo mismo no se sabe si, a diciembre, se supere el estimativo del Banco, situado en un 9,9%, en tanto que para el 2023 los pronósticos de los analistas económicos subieron a un 6,3%.

En el frente cambiario el horizonte tampoco está tranquilo. El dólar siguió registrando presión al alza esta semana y cerró cerca de los 4.600 pesos por divisa. En tanto que el petróleo continúa con una tendencia a la baja, que tiene el barril rondando los 80 dólares, en medio de circunstancias que van más allá del coletazo del nuevo pico de tensión de la guerra en Ucrania y se relaciona más con el enfriamiento productivo global, la depreciación de muchas monedas locales y la persistencia de los temores de recesión en varias potencias.

En medio de ese panorama los colombianos comienzan octubre con dos noticias complicadas. De un lado, el galón de gasolina se reajusta en 200 pesos e igual monto se subirá tanto en noviembre como en diciembre. Como se sabe, estos incrementos se obligaron por la necesidad de atajar el déficit billonario del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles. Y, por otra parte, el costo del dinero seguirá encareciéndose por cuenta de la decisión de la junta directiva del Banco de la República, el jueves pasado, de incrementar, de nuevo, sus tasas de interés de referencia, dejándolas ahora en un 10%, porcentaje inédito en los últimos catorce años. Con esto el Emisor busca reducirle liquidez a la economía y controlar el consumo de los hogares, esto como medida contracíclica para atajar la cresta inflacionaria. Se trata, como se sabe, de la misma herramienta a que está acudiendo una gran parte de economías y bancos centrales en todo el planeta para afrontar la carestía global.

No pocos expertos coinciden en que el alza de la gasolina y de los intereses del sector financiero, sumadas al efecto lesivo en la oferta de alimentos que tendrá la aguda ola invernal en el último trimestre, constituyen un factor inflacionario inmediato, por más que algunos analistas sostengan que, a mediano plazo, la regulación del consumo de las familias y un posible abaratamiento mundial de los alimentos y agroinsumos por cuenta de la reanudación en agosto pasado de las exportaciones rusas y ucranianas (tras seis meses de suspensión por el inicio de la guerra en febrero), terminarán por desacelerar el crecimiento del costo de vida hacia noviembre o diciembre. Incluso para el último mes de 2022 está previsto también que empiece a sentirse el alivio en las tarifas de energía eléctrica.

Visto todo lo anterior, es claro que el remate de 2022 apunta a ser complicado, más aún mediando la aprobación de una reforma tributaria que, acéptese o no, también impactará directa o indirectamente a las clases de menores y medianos ingresos.