La ‘cirugía’ tributaria | El Nuevo Siglo
Lunes, 26 de Septiembre de 2022

* Profundizar acuerdos y morigerar recaudo

* Escenario económico cada vez más crítico

 

La depuración del proyecto de reforma tributaria continúa, aunque persiste el fantasma de un, a todas luces inconveniente y antidemocrático, pupitrazo de la coalición gubernamental mayoritaria. Las reuniones del ministro de Hacienda y los ponentes, las audiencias públicas en distintas zonas del país y la interacción con dirigentes gremiales y económicos han permitido que el articulado se haya adelgazado, lo que, sin duda, constituye un avance frente a las primeras de cambio, cuando se llegó a advertir poco margen de ajuste a la propuesta impositiva y su meta de recaudo de 25 billones de pesos.

Es claro que el proyecto se ha podido refilar al evidenciarse que algunas de las propuestas iniciales eran demasiado drásticas, otras antitécnicas y varias abiertamente equivocadas. No ha sido un proceso fácil pero sí productivo. Hay cambios consensuados en asuntos clave como los impuestos al patrimonio, ganancias ocasionales y dividendos. Si bien persisten diferencias entre el Ejecutivo y los gremios sobre la tasa global de tributación, el primero terminó por aceptar que el planteamiento original implicaba una sobrecarga excesiva e inviable de impuestos a empresas y grandes capitales. Aunque los porcentajes de esos rubros han disminuido, lo cierto es que continúan siendo considerados muy altos por instancias como la ANDI y el Consejo Nacional Gremial, que advierten riesgos para el crecimiento económico, empleo, consumo e inversión.

Igual ocurre con el impuesto a las bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados. Se abrió una ventana de flexibilización que permitiría gravar solo aquellos con alto contenido de este componente. Desde un comienzo era claro que una tasa impositiva general golpearía fuertemente a la clase media y baja, así como a tenderos, panaderías y muchos negocios barriales. Un coletazo de esta magnitud hubiera agravado la ya de por sí crítica situación de muchos hogares que han visto disminuir su capacidad adquisitiva por cuenta de una inflación superior al 10%, rubro que seguramente subirá por las alzas en la gasolina en el último trimestre, forzadas por el plan de choque contra el déficit billonario del Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles.

En cuanto a otros planteamientos tan discutidos como el desmonte de subsidios a los combustibles en zonas de frontera o el impuesto a las exportaciones de oro, rápidamente quedó al descubierto su inviabilidad y se descartaron.

¿Qué viene ahora? La presentación de la ponencia es inminente. Sería entre hoy y la próxima semana. La demora se debe a que la prioridad en las comisiones económicas conjuntas de Senado y Cámara fue el trámite al proyecto de Presupuesto General de la Nación para 2023, que ya salió de primer y tercer debates la semana pasada y queda a disposición de las plenarias.

Ahora las citadas comisiones se pueden concentrar en la iniciativa impositiva. No solo debe acelerarse la proyección de la ponencia, sino que un debate más amplio en esas células parlamentarias permitiría seguir ajustando el articulado. Restan varios ítems por modificaciones de fondo. También resulta claro que la economía global y nacional han cambiado desde la radicación del proyecto y lo que hoy ocurre. Todos los pronósticos recientes coinciden en un enfriamiento productivo a nivel mundial, causado no solo por la prolongación de la guerra en Ucrania y su duro coletazo en materia de inflación y altas tasas de interés, sino por circunstancias locales. En el caso colombiano, por ejemplo, está el temor por el impacto de la ola invernal de cierre de año y un clima de negocios e inversión cada vez más prevenido por cuenta del alcance de las reformas gubernamentales.

Que se aterrice, entonces, la ponencia de la reforma tributaria y se amplíe el debate sobre el impacto del alza impositiva. Hay muchos asuntos en donde urge seguir morigerando el alcance del apretón de impuestos ya que, si bien el hueco fiscal es innegable, el Gobierno puede profundizar la austeridad del gasto y buscar otras fuentes de recursos distintas a incrementar drásticamente la carga tributaria a personas naturales y empresas, que ya están contra la pared y cada vez más ahogadas.