Un cambio radical (II) | El Nuevo Siglo
Sábado, 26 de Septiembre de 2020

Alrededor de 1993, siendo rector de un colegio de Cartagena, el conductor parqueó en la franja para parquear, cerca del Centro de Convenciones, y, cuando llegué al carro dos policía estaban discutiendo con el conductor: “venía en contra vía”. Yo argumenté, a estos, que para parquear era necesario dar reversa, pero uno de los agentes me dijo: “entonces usted dirá como arreglamos esto”. Yo me quedé de una pieza y le pregunte si él entendía el significado de su uniforme, le aclaré que a él le corresponde honrar el escudo que lleva en su pecho, que ser policía es sinónimo de dignidad. Entonces, el agente llamó a dos colegas y me botaron (como un bulto de papas) en el suelo de una radio patrulla. Poco después, yo estaba detrás de las rejas de la mazmorra del corralito de piedra, que fue residencia de Antonio Nariño. Cuando el Director de la Policía supo de mi captura me liberaron.

 Esto lo narro para destacar que mal de muchos es consuelo de tontos: que la fiebre viene de muy atrás: en la política, en la justicia y empresarios, en las comunicaciones, en la policía… Cuando ven una oportunidad para ganarse unos “pesitos”, se van de bruces. Unos más descarados que otros. Y también hay colombianos honestos, claro que los hay.

Comento esto porque no estamos viendo para donde vamos. Por esto quiero recordar la Revolución de Mayo de Paris: En 1998, los estudiantes de alguna universidad de Paris protestaron por los errores y falencias del gobierno y de los mayores, con argumentos como la guerra Vietnamita, algo de marxismo y los salarios de los trabajadores... Pero las raíces, las razones verdaderas, de esta revolución fueron: el sentido de frustración de los jóvenes por no ser escuchados por los gobernantes y los mayores.

Esta manifestación se creció hasta paralizar a Francia y a muchos países vecinos. Fue la huelga más grande de la historia. Charles De Gaulle adelantó las elecciones de la Asamblea Nacional francesa y renunció a su cargo, y los gaullistas ganaron. Además, toda la sociedad se benefició de ese movimiento. (El único no francés que fue parte activa en la dirección de esa revolución fue Álvaro Mendoza: fundador, rector de la Universidad de la Sabana).

Nota: Esta revolución no tuvo guerrilleros colombianos: desconocer las causas fundamentales de nuestra tragedia es tapar el sol con las manos. La verdad es que nos estamos rodando por un precipicio sin fondo, haciéndonos los de la vista gorda.

En consideración a que la fiebre no está en las sábanas, me atrevo exigir el cambio radical que nos piden, agritos, las mayorías y la historia -en mi calidad de ciudadano, maduro, que le ha prestado diferentes servicios a mi querido país; y considerando que fui candidato a la vicepresidencia de Viviane Morales, partiendo de los principios, valores y virtudes, eternos y universales: el bien común, el Estado de derecho, y la dignidad humana- mediante la creación de un nuevo frente nacional, organizado por dos representantes de cada partido políticos, los presidentes y vice presidentes, y dos o tres líderes naturales.