Retos de reapertura fronteriza | El Nuevo Siglo
Domingo, 25 de Septiembre de 2022

Nuevas realidades obligan a proceso gradual

* Seguridad, migración y salud, las prioridades  

 

Tras varios años de cierre, inicialmente total y, con el pasar del tiempo, parcial, Colombia y Venezuela darán hoy uno de los pasos más importantes en el proceso que los gobiernos Petro y Maduro arrancaron hace varias semanas para el restablecimiento de las relaciones políticas, diplomáticas, económicas e institucionales: la reapertura fronteriza plena.

Si bien desde hace algunos meses se permite el tráfico peatonal por los principales puentes binacionales, a partir de ahora se reanuda el tránsito vehicular e incluso el transporte aéreo. Es decir, que la movilización de pasajeros y carga por tierra y aire se retoma en la que es, sin duda, el área limítrofe más importante y dinámica que tiene Colombia en su entorno fronterizo. No hay que olvidar que ambos países comparten más de dos mil kilómetros de área común y que en los casos de Norte de Santander, La Guajira y Arauca la interacción binacional es muy alta, sobre todo en el componente poblacional y de comercio formal e informal localizado.

Ahora bien, la reapertura fronteriza y comercial implica retos para ambos países en varios flancos clave. Una cosa es la decisión típicamente política de la nueva administración de izquierda en Colombia sobre reanudar relaciones con el régimen chavista, considerado por el anterior gobierno nacional -y gran parte del globo- como una dictadura, incluso reconociendo -al igual que medio centenar de naciones- a Juan Guaidó como el legítimo presidente del vecino país. Pero en los demás ámbitos, restablecer la interacción bilateral no es asunto automático ni apenas procedimental.  

De allí, entonces, que deba actuarse de manera gradual en cada frente, entendiendo que después de tanto tiempo de suspensión o incluso parálisis del relacionamiento formal y legal hay nuevas realidades y complejidades que requieren acuerdos puntuales. Cualquier afán o improvisación podría dar al traste con un mecanismo que tiene a millones de colombianos y venezolanos, sobre todo de la zona fronteriza, expectantes después de muchos años de interrupción de la dinámica normal de la región.

En el campo comercial, por ejemplo, será muy complicado que se vuelva al intercambio de la primera década de este siglo, cuando se alcanzó una dinámica de exportaciones e importaciones superior a los 7 mil millones de dólares que luego, tras el derrumbamiento económico y productivo de Venezuela en los gobiernos Chávez y Maduro, cayó en picada, a niveles apenas de 150 millones, en tanto se disparó el contrabando. Los exportadores de nuestro país se muestran optimistas por recuperar este mercado natural (otrora el primer socio comercial del país), pero advierten prevenciones por los mecanismos de pago, el drástico control de cambios y el hecho de que ahora se tratará más con entidades estatales que con empresas privadas. Además, se requiere una construcción rápida y eficiente de la estructura de vigilancia del comercio e intercambio de mercancías en zonas de alta afluencia poblacional, como Cúcuta y San Antonio del Táchira, por ejemplo.

También es imperativo evitar que la reapertura fronteriza lleve a un aumento desmesurado del flujo migratorio. No hay que olvidar que más de 2,4 millones de venezolanos viven en nuestro país tras llegar en los últimos años huyendo de la crisis política, económica, social y de derechos humanos creada por el régimen chavista.

Un asunto aún más delicado es el relativo a la coordinación de la seguridad fronteriza, sin duda el problema de orden público más grave para el país en la última década, sobre todo por la connivencia del gobierno Maduro con la cúpula y parte del pie de fuerza de Eln y grupos residuales de las Farc.

A lo anterior debe sumarse la imperiosa necesidad de coordinar con las débiles instituciones del vecino país asuntos delicados como los controles de sanidad animal, la homologación educativa, la reapertura consular e incluso la legislación laboral especial para zonas limítrofes…  

Como se dijo, más allá de las diferencias geopolíticas, el innegable régimen dictatorial del vecino país y las preocupaciones de seguridad, comercio y salud, la reapertura fronteriza entre dos naciones hermanas y con regiones limítrofes tan dinámicas en materia poblacional, es una buena noticia que requiere gradualidad y máxima cautela.