“Invasión a Ucrania ha hecho que no se vea crisis nicaragüense” | El Nuevo Siglo
Cortesía
Sábado, 24 de Septiembre de 2022
Redacción internacional

El régimen de Daniel Ortega intensificó sus mecanismos de coerción. La represión, tanto a la ciudadanía como a la Iglesia es cada vez más dura y aunque se han impuesto sanciones y se han emitido declaraciones de rechazo por parte de la comunidad internacional, analistas internacionales consideran que han sido respuestas tímidas. ¿Por qué?

De acuerdo con el abogado experto en Derecho Internacional y docente de la Universidad Santo Tomás, Andrés Úsuga, la crisis democrática y de derechos humanos en Nicaragua está pasando de agache, entre otros factores, por estar centrada la atención mundial en la invasión rusa a Ucrania.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo se degeneró la situación de Nicaragua en las últimas semanas?

ANDRÉS ÚSUGA: La situación que vive Nicaragua no es nueva y para analizar políticamente la figura de Daniel Ortega hay que retroceder la película. En 1979 llegó al poder y creería que esa fue la última revolución armada triunfante en América Latina. Después, su partido formalizó su situación en el poder, llamaron a unas elecciones muy acomodadas y concertadas, pero lo hicieron y así les funcionó por varios años. Tras la victoria y posterior mandato de Violeta Barrios de Chamorro, su partido recuperó el mando, y después se intensificó el autoritarismo y la barbarie.

El régimen consolidó estos mecanismos para no arriesgarse a perder el poder, hasta que finalmente llegamos al 2018. En ese año confluyeron una cantidad de marchas para luchar en contra del régimen y Ortega tomó la decisión de disparar y retener a los estudiantes. Se le salió de control. Incluso, personas que habían sido parte del régimen comenzaron a jugar a la disidencia de la revolución.

Cuando surgieron opositores que conocían su pasado, porque trabajaron en la revolución o en los primeros gobiernos, Ortega se sintió acorralado y decidió incrementar la mano dura en contra de enemigos que conocían sus debilidades e impunidades, las que se gestaron por años, como lo que pasó con su hijastra.

Adicionalmente, se vio afectado por la muerte de Ernesto Cardenal, un líder y sacerdote de la teoría de la liberación, y con ese evento cayó el régimen en una deslegitimación total, porque mucho de su apoyo estaba en ese sector de la Iglesia. Tras el fallecimiento de Cardenal, muchos sacerdotes comenzaron a atacar su gobierno, fortaleciendo las movilizaciones sociales. Ahí es que uno entiende lo que ha venido pasando: se fue de frente a los opositores, ha mandado a la cárcel a quien le incomode, incluso a personas que trabajaron con él. Igual ordenó detener a varios candidatos presidenciales para asegurarse su reelección, en unas elecciones a todas luces ilegítimas.

ENS: ¿Por qué la escalada de violencia y represión, en específico contra la Iglesia Católica?

AU: Eso se explica porque Daniel Ortega sabe que la Iglesia es un factor de poder real duro y es una institución que comenzó a tener desacuerdos grandes con el régimen. Nicaragua tiene un pueblo supremamente religioso, católico, y ese fue un factor que le ayudó por muchísimo tiempo. Pero el propio Ernesto Cardenal, al final de su vida, ya estaba comenzando a tener desacuerdos con el gobierno Ortega, que él mismo ayudó a sostener durante tanto tiempo.



Es un escenario muy distinto al que se presenta con el pueblo cubano o venezolano. A pesar de que los tres son bastante católicos, en ninguna de estas tres “revoluciones”, el elemento religioso se había convertido en una ficha tan importante para la oposición como lo que estamos viendo. En Venezuela lo intentaron los obispos, pero el pueblo no se solidarizó tanto con ellos.

Sanciones internacionales

ENS: Las reacciones internacionales han sido tímidas. ¿Cómo explica esa postura ante la mano dura del régimen?

AU: La comunidad internacional la debemos dividir en dos: una es la opinión pública de los pueblos, a la cual se llega a través de los medios de comunicación; y la otra es la de los organismos multilaterales como la Organización de Naciones Unidas (ONU), la Unión Europea (UE), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Cepal, Mercosur, etc.

Están pasando tantas cosas en el mundo (apenas estamos saliendo de la pandemia, se desató la guerra en Ucrania y hay infinidad de problemas económicos que se tradujeron en problemas de índole social) que la primera, la opinión pública, el problema de Nicaragua no lo ha digerido a fondo.

Con relación a los organismos multilaterales latinoamericanos, yo creo que es absolutamente claro que están dominados, desde hace muchísimo tiempo, por una visión política muy cercana al triángulo La Habana-Managua-Caracas y a la que hoy ya se sumaron Buenos Aires, Santiago, Lima, La Paz, Ciudad de México e inclusive Bogotá, que yo siento que acaba de montarse a ese tren.

Siento que esos países, con gran influencia en los organismos multilaterales, han hecho que no trascienda tanto la crisis de Daniel Ortega. Y no lograron la votación, en el marco de la cumbre de la OEA, para hacerle un comunicado-sanción rechazando las actuaciones del régimen contra la Iglesia y el pueblo nicaragüense. A esa sanción no se pudo llegar.

ENS: ¿Y por parte de organismos como la ONU y la UE?

AU: Nicaragua está pasando de agache por la invasión de Rusia a Ucrania. Geopolíticamente hablando, el país centroamericano no es nada al lado del desastre de Ucrania y no está, por decirlo de alguna manera, “mojando prensa” en España, Francia o Inglaterra, porque toda esa atención está volcada en la crisis humanitaria y migratoria de Europa central. Y eso ha permitido que la crisis nicaragüense pase de agache. Si no estuviéramos en este momento, presenciando lo que está pasando entre el Kremlin y Kiev, yo creo que el ojo de occidente estaría mirando más hacia acá. Y menos ahora que se acerca el invierno.

ENS: Pero el recrudecimiento del régimen de Daniel Ortega no es nuevo. Es previo a la guerra en Ucrania…

AU: Así es. Y se nos fue volviendo paisaje.

ENS: ¿Desde el derecho internacional, qué mecanismo debería activarse ante los hechos que vive el país centroamericano?

AU: Hay una frase que no es muy popular pero que cabe en este escenario: el derecho internacional público ni es derecho, ni es internacional, ni es público. No suena bien, pero es así. El derecho tiene una característica muy especial para que sea derecho: normas hay de muchos tipos, pero para que se convierta en derecho tiene que tener el elemento de la coercibilidad. Eso por ejemplo se debería ver reflejado con una intervención concreta de los Cascos Azules, pero Rusia y China no lo votarían.

Yo siento que lo que tenemos son unas “dictacracias” que se han ido convirtiendo en paisaje ante el Sistema internacional. Terminaron diciendo que eran democracias, a su imagen y semejanza, porque piensan que la democracia es como ellos la ejercen.

Ahí hay que contemplar el principio que lo complica todo en el derecho internacional: el derecho de la autodeterminación de los pueblos, que no es otra cosa que, “cada pueblo resuelve como quiera sus problemas internos”. El Derecho Internacional Público es bastante complejo porque, si bien tiene unos principios y normas propias bastante consolidadas después de la Segunda Guerra Mundial, no existe una policía mundial para respaldar sus normas y que por medio de la coercibilidad realmente fuera derecho. Si el derecho no tiene la capacidad de hacerse cumplir, incluso por la fuerza, no es derecho. Son normas sociales, morales o convenciones, pero no son derecho.