“El que no paga, lleva del bulto” | El Nuevo Siglo
ESTE TIPO de pancartas se ve en algunos departamentos del suroriente del país y los campesinos las atribuyen a las reincidencias y disidencias de las Farc.
Fotos cortesía
Sábado, 24 de Septiembre de 2022
Redacción Nacional

Mientras crece la polémica a nivel nacional por los acercamientos de paz entre el gobierno Petro con las disidencias y reincidencias de las Farc, estos grupos residuales avanzan rápidamente en algunas regiones, en donde están imponiendo a sangre y fuego esquemas localizados de “control territorial y poblacional”.

Según conoció EL NUEVO SIGLO, está aumentando la aparición no solo de comunicados y panfletos, sino hasta de pancartas, vallas y letreros de cuadrillas de las disidencias, la ‘Segunda Marquetalia’ (reincidencias), el Eln e incluso el autodenominado “Ejército Popular Anticomunista de Colombia” (Erpac), una banda criminal derivada de los paramilitares, en zonas rurales de Caquetá, Meta, Vaupés, Vichada y Guaviare, entre otros departamentos.

El modus operandi es muy similar en algunas de estas regiones. Comerciantes, ganaderos y campesinos que tienen entre 10 y 30 cabezas de ganado e incluso aquellos finqueros que venden sus tierras por diferentes razones, están teniendo que pagar cada vez más ‘vacunas’ o extorsiones.

Testimonios de ganaderos señalan que deben cancelarles a los grupos armados 10 mil pesos por cada cabeza de ganado, en tanto que quienes venden sus propiedades rurales en las zonas de influencia de estas organizaciones ilegales tienen que pagar el 10% del dinero obtenido.

“Cuando llega el comunicado, entonces debemos ir al sitio indicado… Una vez hacemos el contacto, nos piden entregar el celular. Luego, nos indican o nos conducen a otros sitios, aduciendo dizque razones de seguridad”, dijo un empresario víctima, que pidió omitir su identidad.

Agregó que “ellos saben cuántas cabezas de ganado hay en cada finca y además las marcan para advertir a sus propietarios que son observados”.

Pero no solo son estas extorsiones. Otros testimonios dan cuenta de que en algunas zonas rurales los guerrilleros instalan ‘peajes’ permanentes y todo conductor de vehículo o motocicleta que cruce debe cancelar dos mil pesos para el “mantenimiento de las carreteras”. Obviamente nunca se ve a los ilegales arreglando las vías pero sí presionan a los pobladores para que vayan a la alcaldía de su municipio para pedir que manden maquinaria y personal a “tapar huecos, recebar y habilitar las cunetas”.

“La situación es difícil para nosotros, pero por fortuna nos dijeron que era una contribución anual y que podría ser suspendida si las Farc no tenían la necesidad de acudir a esas medidas”, relató otro campesino que debió hacer ya un primer pago. “…eso me lo dijo una de las tres personas (dos hombres y una mujer) encargadas de las finanzas del primer frente de las disidencias de las Farc”, agregó.

Según el mismo campesino, durante el desplazamiento en una lancha tuvo la oportunidad de hablar con un ganadero del Caquetá que acudió a la misma “reunión” que él. Indicó que esta persona iba muy asustada porque la primera vez que “lo citaron” no pudo asistir porque estaba hospitalizado en Bogotá. “Me contó que los de las Farc en principio creyeron que los pretendía burlar… Incluso le enviaron un mensaje de texto al celular en el que le advertían que acudiera a la cita y diera la cara”, dijo la fuente.

El citado ganadero tuvo que convencerlos y casi “hacer milagros” para que creyeran que la incapacidad que llevaba para comprobar el tratamiento médico “era real”.



Recogen mucho dinero…

Según otro dueño de finca, cuando llegó finalmente al sitio en donde fue citado, durante una hora dialogó con efectivos de las disidencias que estaban armados y de camuflado en algún sector selvático del Guaviare. Incluso a algunos “se les notaba que no eran de la región por la forma en que hablaban”.

“Uno de ellos me dijo que era el encargado de la orientación política del frente, que era egresado de una universidad de Bogotá y que además hablaba con los campesinos cuando visitan las fincas”, explicó la fuente consultada.

Agregó que “es mucho el dinero el que recogen con eso que ellos llaman contribuciones pero que en realidad son extorsiones… Pero quien no paga, lleva del bulto”.

Esta es una situación que es un secreto a voces en zonas rurales de San José del Guaviare, El Retorno, Miraflores y Calamar. “Pagamos esas exigencias para asegurar la vida y la de nuestras familias”, agregó el ganadero.

Paradójicamente, como ya “no se ve tanto Ejército como hace un tiempo, cuando cada rato pasaban batallones armados hasta los dientes”, hay hacendados y campesinos que “…ven con buenos ojos todos los controles que vienen ejerciendo” estos grupos armados, ya que “castigan” a los ladrones de ganado, drogadictos “… a los vagos, borrachos o a quienes generan problemas en las veredas”.

Otro testimonio dio cuenta de que aparecen vallas en donde se registra una serie de prohibiciones para cazar, pescar, usar cascos y movilizar ganado de noche. Tampoco se puede andar en carros con la carpa cerrada, vidrios arriba, usar pasamontañas y hasta hay topes de velocidad en algunas carreteras veredales, con multas hasta de un millón de pesos. “Ojo, el que incumpla la norma será sancionado con lo establecido”, dice una de las pancartas. En otras vallas aparecen un guerrillero y paisajes llaneros.

Incluso se conoció el caso de un joven pescador que hizo “trampa” al salir de noche. Dicen que fue envuelto en sus propias redes y apareció sin vida días después. También hay versiones de cuatro personas, entre ellas dos comerciantes, que están desaparecidos desde los primeros días de agosto pasado, cuando acudieron al caserío Cristalinas del municipio de Calamar, donde fueron recogidos y trasladados a otro lugar para cancelar la llamada ‘vacuna’.

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¿Sin brigadas móviles?

Para algunas autoridades locales en estos departamentos, es claro que los grupos residuales de las Farc han empezado a “ganar terreno” porque la presencia y operatividad de las Fuerzas Militares ha disminuido en los últimos tiempos.

Los campesinos y hacendados “no están de acuerdo con la presencia de los grupos armados, pero lamentan que las brigadas móviles del Ejército desaparecieran y que los llamados batallones de Combate Terrestre que las reemplazaron rara vez se ven patrullando. También fueron retiradas algunas bases militares de sitios considerados estratégicos. Comemos callado y nos lamentamos en voz baja”, indicó un dirigente regional de uno de estos departamentos.

“La Policía no sale de los cascos urbanos mucho, pero es que el tema aquí es que esta gente (los guerrilleros) solo le corren al Ejército, y más cuando ven helicópteros y aviones, porque saben que los van a bombardear”, agregó la misma fuente.

Hay temor creciente entre las autoridades locales ya que cada vez son más visibles los enfrentamientos entre las facciones de las Farc, el Eln y las bandas criminales por el control de los corredores del narcotráfico, la minería ilegal, la tala, contrabando y las extorsiones. También se nota un repunte en algunas zonas de mercados de explosivos y armas de fuego.

Igualmente, la Defensoría del Pueblo y las personerías de muchos municipios están siendo advertidas de crecientes casos de reclutamiento de jóvenes en promedio de 13 y 15 años, aunque “hay quienes se van para el monte de forma voluntaria porque no saben qué más hacer, no hay mucho trabajo y el campo poco está dando”.

Incluso, se sabe que las autoridades investigan la aparición de un video en donde se ve a unos 30 muchachos marchando con fusiles. No se sabe si las imágenes son viejas o nuevas.

Esta es una realidad de la que poco se tiene conciencia en las grandes ciudades, pero que en muchas zonas rurales apartadas ya es cosa de todos los días. Los habitantes no salen a protestar y prefieren pagar las extorsiones y “aguantarse” a los guerrilleros, ya que no tienen para dónde irse.