Hoja de ruta para recuperación | El Nuevo Siglo
Viernes, 18 de Septiembre de 2020

Urge aterrizar estrategias y metas sectoriales

* Ministerios deben definir planes específicos

 

A un ritmo sorprendente avanza la reactivación productiva tras la parálisis obligada a que se acudió en Colombia como principal fórmula para contener la curva de contagios y muertes por la pandemia del Covid-19. Los indicadores gremiales y los reportes de los sectores económicos, en lo macro y micro, están repuntando a una mayor velocidad de la esperada, en tanto que comienzan a conocerse informes más aterrizados sobre el impacto de corto, mediano y largo plazos de la crisis sanitaria en materia de empleo, consumo de hogares y situación de las empresas.

Es claro que el panorama ha cambiado y que, incluso, deben distinguirse distintos estadíos de la crisis en el sector productivo. Por ejemplo, en materia de plazas de trabajo hay que diferenciar aquellas que se congelaron en la parte inicial y más drástica de la cuarentena, cuando las tasas de desempleo se treparon por encima del 25%, y las que han ido reactivándose semana tras semana, a medida que esos nichos de productos, bienes y servicios fueron teniendo el permiso para reanudar labores casi de forma general ¿Cuántos empleos definitivamente se perdieron? Esa es la pregunta que ahora, sobre todo a partir de este mes, puede empezarse a responder de una forma más objetiva.

De igual manera, aunque el Gobierno acertadamente ha extendido una parte importante de los alivios sociales y los subsidios extraordinarios a los sectores más vulnerables así como de los programas de apoyo crediticio, financiación de nóminas y otros rubros de gasto empresarial, también es urgente empezar a poner en blanco y negro el impacto de todo este esquema de ayudas estatales, no con el objetivo de desmontarlos, ya que el efecto de la pandemia ha sido demoledor y se tardará un tiempo largo en superarlo, sino para definir una mejor y más eficaz focalización. En otras palabras, que los apoyos lleguen en mayor cantidad a los sectores socioeconómicos que continúan siendo de los más golpeados y se disminuyan aquellos que reciben los nichos productivos y franjas poblacionales que, por su propia cuenta, empiezan a recuperarse de forma más rápida.

En estas páginas hemos recalcado que si bien el Gobierno ha sido eficaz en activar múltiples líneas de ayudas en medio de la aguda crisis sanitaria, es necesario hacer una rendición de cuentas puntual y específica, con el fin de determinar no solo el monto total de la inversión en el plan de contingencia, sino qué tanto de esos recursos salió de los presupuestos anuales de las entidades y cuál fue la proporción de inversión extraordinaria.

Otro flanco clave en este campo es el relativo a la hoja de ruta de la reactivación, que incluso ya algunos expertos y estudios consideran que debería denominarse de recuperación, esto bajo el entendido de que las empresas y sectores ya prendieron motores en general y la tarea es maniobrar para que retornen a los niveles de producción y rentabilidad que tenían antes de comenzar la pandemia. En ese orden de ideas, resulta interesante ver cómo distintos gremios y nichos han empezado a poner sobre la mesa propuestas muy puntuales sobre cuáles son las exigencias y necesidades específicas en su respectivo campo. Se trata de planteamientos de apoyo en materia tributaria, arancelaria, crediticia, de flexibilización normativa, importación de maquinaria, incentivos concretos en materia de insumos, apoyos en comercialización, mecanismos de distribución y consecución de mercados, así como de otras medidas a cargo de los gobiernos Nacional, departamentales y municipales.

Es aquí, en estos planes sectoriales, en donde está la clave de una efectiva y eficiente recuperación productiva. Cada ministro, en su campo de competencia, debe empezar a delinear la respectiva política integral para su sector. Una tarea en la que no solo deben activar una coordinación muy directa y franca con empresarios y demás sector privado, sino también con los gobernadores y alcaldes, ya que sin el concurso de estos será muy difícil que los empleos y las compañías de todo nivel y tamaño empiecen a ver la luz al final del túnel por sí mismas, sin desarrollar un mecanismo de dependencia a largo plazo de las ayudas estatales. En este punto hay que ser claros: si bien el Gobierno ha extendido los planes de subsidios y apoyos socioeconómicos hasta final del año e incluso mediados de 2021, no hay margen fiscal para mantenerlos indefinidamente en el tiempo.

Es imperativo, por tanto, que el plan de recuperación productiva, empresarial y de empleo pase de ser una formulación general y marcadamente teórica, a puntualizarse en estrategias sectoriales definidas, con medidas específicas, cuantificadas objetivamente y metas claras de corto, mediano y largo plazos. Sin esa hoja de ruta, las billonarias inversiones públicas y privadas de las que se habla por estos días, corren el riesgo de difuminarse en tareas de muy bajo alcance económico.