Piden a colegios que educar en sostenibilidad sea prioridad | El Nuevo Siglo
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Viernes, 20 de Septiembre de 2019
Redacción Nacional

El planeta tuvo varios días en llamas. Se quemó, sin dar un respiro, el Amazonas, Bolivia, algunas regiones del Tolima, de Cundinamarca, del Valle del Cauca, la Sierra Nevada de Santa Marta y otras zonas, sin contar, por supuesto, el drama sostenido al que se enfrenan los océanos. ¿Qué planeta le va a quedar a las siguientes generaciones? Ojalá no fuera más que una frase de cajón. Hoy es mayor temor.

Es por ello que Juan Pablo Aljure, presidente de la Fundación Rochester, quien cuenta con una maestría en Gestión Ambiental del Instituto de Tecnología de Florida y ha logrado construir un colegio de los más sostenibles de América Latina en términos de arquitectura -el edificio cuenta con la más alta certificación en la materia- y emprendido una cruzada por formar ciudadanos sistémicos, comprometidos con el medio ambiente e incluso activistas, hace una llamado a priorizar la sostenibilidad en la enseñanza.

“Una de las razones fundamentales es la supervivencia de la especie humana. El que no sepa de sostenibilidad, será un ciudadano global arriesgado, pues va a arriesgar la supervivencia de nuestra especie”, dijo.

Explicó que su pasión por el tema de la sostenibilidad empezó con Nancy Chanet de Peláez, su profesora de Biología en bachillerato. “Le cogí un amor a la biología enorme. Me interesó mucho el tema ecosistémico y lo estudié formalmente como una maestría en el Florida Institute of Techonology en Gestión Ambiental y me di cuenta que era ignorante del tema”.

Contó que el proceso para implementar lo que ha aprendido en el colegio viene “desde la sede anterior en donde se trabajó con los estudiantes tratando de hacer del colegio un lugar más sostenible. Por supuesto, esto se consolidó hace un par de años cuando inauguramos la nueva sede, al norte de Bogotá. La construcción cuenta con una certificación LEED Gold por el Consejo de Construcción Sostenible de Estados Unidos y este año obtuvimos la versión 4.1 en operación y mantenimiento. Esto se dio gracias a elementos como los paneles solares, la planta de tratamiento de agua, la huerta, el sistema de ventilación inteligente que usan nuestros salones, entre otras cosas”.

Añadió que “también hemos consolidado varios proyectos en que los estudiantes trabajan con comunidades y con ecosistemas, como en Chingaza. Además hemos logrado que el colegio sea un salón vivo. Los estudiantes realmente están pendiendo a partir de la huerta o la planta de aguas residuales”.

¿Desde la parte académica, que hace que el Rochester sea un colegio sostenible?

“En el Rochester, construimos y mantenemos el colegio físicamente y a través del currículo, de tal manera que los recursos ambientales que se utilizan estén disponibles para futuras generaciones. No solamente para la especie humana sino para otras especies. Por ejemplo, puedo decir con orgullo que hoy hay cuatro veces más especies de aves que visitan el colegio. Este sin duda es un indicador de sostenibilidad. Nosotros trabajamos para que tengamos un bajo impacto ambiental y seamos de alto desempeño académico”.

Explicó que la visión es que los estudiantes vivan con lo que necesitan y no con lo que quieren. Es decir, que lo que quieren sea necesario y que sean felices con eso. “Hoy en día, el consumismo hace que las personas compren de manera inconsciente sin pensar qué recursos se necesitaron para crear lo que se compra, quién lo hizo, cómo trataron a las personas que lo crearon, de qué recursos naturales vienen y si eso que se compra es sostenible o no”.

Indicó que hay dos proyectos con los que estamos trabajando fuertemente. “Uno es el proyecto de conservación del mico cabeciblanco, que es endémico de Colombia y vive en el bosque seco tropical del norte del país. El proyecto de la Fundación Proyecto Tití busca proteger el bosque que está parchado por la actividad humana. Entre más se parcha un bosque, menos conexión hay y las especies sufren más. Nosotros ayudamos a la Fundación con material para los biólogos, con capacitación a los colegios de las comunidades que viven alrededor, con recursos económicos y con la venta de productos que generan las comunidades. La Fundación hace mucho énfasis en el tema académico sobre conservación. El otro proyecto con el que trabaja el colegio es el de la conservación del Oso Andino en Chingaza que busca conservar el ecosistema y nuestros estudiantes participan de este proyecto”.

Finalmente, frente a lo ocurrido en el Amazonas, dijo que “hay una cosa que pueden hacer los ciudadanos colombianos y es demandarle a los gobernantes que hagan algo. Hay que hacer presión y hay campañas en internet y redes sociales. Hay que apoyar a las organizaciones no gubernamentales. Lo otro que se puede hacer ya es sembrar un árbol mensual por persona durante 10 años. Uno de nuestros propósitos es sembrar árboles cerca de cuatro mil árboles con los estudiantes y padres de familia durante este año”./