Maldita violencia | El Nuevo Siglo
Lunes, 16 de Septiembre de 2019

“Lenguas incendiarias que culpan de todo al Presidente”

La Biblia establece desde tiempos remotos el origen de la violencia con un extraordinario símil: “la lengua siendo un miembro muy pequeño, se atreve a grandes cosas. Ved que una pequeña chispa basta para quemar todo un gran bosque”

Sin querer queriendo la lengua desde la infancia comienza a dar sus primeros gritos de libertad y de rebelión, convirtiéndose en un vehículo de violencia incontrolable.

En nuestra existencia todo ser humano está subyugado a momentos ineluctables de donde no se podrá escapar jamás.

Poderosas naciones han sido destruidas por las ambiciones egoístas de hombres que incitan a su pueblo a luchar, yendo a defender una idea de la civilización diferente a sus deseos de poder.

Surgen por ejemplo, “Las Cruzadas” entre 1099 y 1291, su objetivo era recuperar los territorios de la Tierra Santa y volver a restablecer el dominio de la religión cristiana en ellos. De esta manera, Las Cruzadas se libraron contra pueblos cuya ideología rivalizaba con el concepto de cristianismo y Tierra Santa, principalmente contra los musulmanes, pero también contra muchas clases sociales (esclavos, paganos, judíos, cristianos, ortodoxos griegos y rusos) y enemigos del cristianismo o del Papa en cuestión.

De igual forma, Juan Esteban Constaín nos ilustra en su obra “Álvaro, su vida y su siglo” como el año 1946 era otro: “la guerra se había acabado, las opciones ideológicas se habían reducido a lo que luego se llamaría la Guerra Fría: el enfrentamiento maniqueo y falaz entre el mundo libre y el comunismo”

Años después, con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán en 1948, se decía que era la revolución. La turba atacaba al palacio presidencial a piedra y a bala. El palacio era el símbolo supremo del poder, la encarnación para los liberales a quienes les habían matado a su caudillo sin par.

Calumnias, infamias, lo fundamental era que Ospina dejara el poder, peroraban las lenguas incendiarias.

Trascurridos varios años, la política de amnistía a las guerrillas, pactada desde octubre de 1951, no había encontrado en los partidos los acuerdos necesarios para volverse una realidad, ni siquiera una esperanza. La violencia ardía en los campos y en las ciudades; los conservadores mataban liberales y los liberales mataban conservadores. Las fuerzas del orden estaban politizadas, contaminadas por el fanatismo.

Aparece una nueva época de violencia, ya en los 80 Luis Carlos Galán ante el surgimiento del narcotráfico, decide formalizar su lucha ideológica y convoca a un frente nacional contra éste nuevo cáncer.

Galán parecía imbatible con su debate frontal contra los narcotraficantes, lo que lo llevó a la tumba más tarde.

Hoy día la guerrilla, y otros grupos criminales se enfrentan entre ellos para fomentar sus cultivos, lo que les permitirá aumentar su potencial económico y armamentista.

Ya es hora de que lenguas incendiarias dejen de responsabilizar al Presidente de la República, o al Estado por los asesinatos de líderes sociales y políticos en estas épocas electorales.

Es tanto el odio que harían lo posible por culpar al presidente de ser el responsable de Las Cruzadas en los siglos pasados.