Extremistas | El Nuevo Siglo
Martes, 10 de Septiembre de 2019

El “Colectivo” español “Almas Veganas” publicó un vídeo en las redes sociales en el que, entre otras cosas, informa que en su “Santuario”, un sitio de acogida para darle una “vida digna a los animales que están en la esclavitud”, los gallos han sido separados de las gallinas para evitar que “las violen”.

Con mucha seriedad, una de “les integrantes” (se niegan al uso de los artículos y pronombres que denoten diferencias de género) del colectivo explica la violencia de las relaciones sexuales a las que el gallo somete a las gallinas, propósito en el cual hace un pequeño inventario de las lesiones que sufren éstas al tratar de huir del gallo, de donde además deducen, la falta de consentimiento. Al reclamársele por la naturaleza de la actividad del apareamiento aviar, señalan que los gallos y gallinas de galpón ya no tienen nada de naturales porque han sufrido graves variaciones genéticas por cuenta del “capitalismo”.

El radicalismo de algunas organizaciones de animalistas y veganos llega en algunos casos al ridículo, como en esta ocasión, o a extremos peligrosos, como el que recientemente ocasionó una turista en Marruecos donde pretendió liberar gallinas y otros animales que vendían en un mercado típico de una de las ciudades de ese país, con la consecuente y poco amable reacción de los parroquianos que llevan centurias viviendo de ese comercio.

La protección de los animales es una necesaria tarea que involucra la decencia humana y que en muchos casos ha logrado cambios verdaderamente radicales en la protección y trato de algunas especies. Las corridas de toros que están casi abolidas, los zoológicos que cada vez son menos, o la caza de ballenas y la finalización de las pruebas de cosméticos en animales, son consecuencia de causas que han prosperado gracias a la movilización social. También lo son las continuas denuncias sobre el maltrato animal en granjas y criaderos que han llevado a la modificación de prácticas y procedimientos. Leer “El Dilema del Omnívoro” de Michael Pollan, lo puede volver a uno, no solo vegano, sino francamente faquir.

Pero el tema en el caso de los vegano-animalistas del video de marras adquiere otro cariz, cuando en el proceso de humanización que muchos pretenden hacer de los animales, no se busca protegerlos del abuso o del maltrato humano, sino que se les quiere cambiar hasta en sus comportamientos naturales.

La queja de “los integrantes” de “Almas Veganas” contra la supuesta violencia de la actividad sexual de los gallos con sus gallinas, es francamente ridícula, y más cuando deducen la existencia de una “violación” a partir de la supuesta falta de consentimiento de las gallinas que expresarían intentando huir del acoso gallístico.

Qué sabrán las “Almas Veganas” de los “acuerdos” entre gallos y gallinas en cada corral o de los gustos sexuales de éstas. ¿Y si la persecución, la pisada y el picotazo hacen parte del gustico? Menos mal que los del “Colectivo” no han oído “El Polvorete”, esa especie de apología de Alfredo Gutiérrez a la violencia sexual gallística, donde alaba la fea costumbre de que anden pisando cuanta gallina ven. Se escandalizarían.     

@Quinternatte