Droga y delito político | El Nuevo Siglo
Viernes, 13 de Septiembre de 2019

Las Farc se están rearmando con ayuda del régimen usurpador de Venezuela. FundaRedes estima que en este territorio se asientan más de 15 grupos guerrilleros que incluyen seis disidencias de las Farc, ocho del Eln y cuatro del EPL. Financiados por el narcotráfico se están convirtiendo en una amenaza de difícil clasificación. Es interna, pues se trata de nacionales que delinquen en nuestro suelo; al mismo tiempo, externa, pues se refugian y apoyan en un dictador de otro país, y que según inteligencia colombiana, tienen hasta un 20% de hombres de nacionalidad venezolana.

Según Naciones Unidas, la coca en la frontera se ha multiplicado 10 veces en menos de ocho años, llegando a 17.140ha. En 2014 cuando se discutía en La Habana el narcotráfico, se disparó. Según el Banco Mundial, el lavado de dinero por narcotráfico equivale al 4,6% del PIB colombiano. Suficiente para mantener viva la dictadura. Con 208 mil hectáreas de cultivos ilícitos se puede montar y desmontar ejércitos. La revista Semana reveló que el ejército venezolano protege y entrena las disidencias y el Eln. Existe una alianza para atentar contra Colombia. La inteligencia venezolana tiene puntos estratégicos de nuestra geografía para eventuales ataques aéreos y navales.

Las violencias recientes de Colombia se han financiado con el narcotráfico y la minería criminal. Las Farc fueron significativas a finales de los 80 porque iniciaron cuidando cultivos de los carteles de droga, y luego se volvieron sus socios y pudieron convertirse en una estructura criminal con miles de hombres en armas. Lo que hay en Colombia son unos negocios ilegales que mueven miles y millones de pesos, y una excusa perfecta, que garantiza impunidad: el delito político.

Existe un discursito de parte del establecimiento, según el cual, la inequidad o la injusticia y últimamente, la existencia del uribismo; son razones que justifican la violencia. Dicen que no la justifican, que la explican; pero la justifican. Una explicación no acepta que las razones cambien la manera como se juzga el hecho. La justificación supone un cambio en la manera como se juzga o se aprecia un hecho; y por lo tanto acepta que la sociedad lo sancione con menos severidad.

Los justifican, y ellos, los criminales, felices delinquen con la certeza de que en el futuro habrá para ellos negociaciones y todos sus crímenes estarán perdonados.

La justificación política es inaceptable; ¿Qué tiene que ver Marx con el tráfico de coca? En las negociaciones de La Habana se incluyó el narcotráfico como conexo al delito político; para financiar la rebelión dijeron. ¿Cuál rebelión? ¿Qué es lo que ha hecho las Farc por los colombianos pobres, aparte de reclutarlos, asesinarlos y violarlos? ¿Cuál es el tan importante discurso político que representan? y si existe ¿por qué seguimos sin verlo? Colombia tiene que proscribir el delito político; eliminar la justificación de cualquier violencia.

Debe quedar claro que Iván Márquez, Santica y los otros que los acompañan, no son organización política; son un grupo narcotraficante y terrorista. Los 2.250 kilómetros de frontera que tenemos con Venezuela se han convertido en un camino para el narcotráfico. La única razón por la que los más de 10 cabecillas de las Farc dejaron los beneficios del acuerdo de La Habana, es porque terminarían extraditados a EE.UU., y porque finalmente los réditos que recibían no se comparan con los grandes capitales que amasan en la ilegalidad.