Vulnerables ocultos | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Septiembre de 2018

Es común decir que se va a prestar toda la atención “a los más vulnerables” como algo propio de la política social. Incluso la palabra “vulnerables” casi siempre viene acompañada del término “más”, para enfatizar su importancia como categoría que circunscribe a las personas que están en situaciones de mayor riesgo de pérdida del derecho a una vida más digna.

Por supuesto están de primeras quienes pueden ser víctimas de un acto de violencia con riesgo de muerte o quienes están en situación de discapacidad. Obviamente reconocemos a los más pobres desde el punto de vista de los menores ingresos. Y sin duda, reconocemos a las personas o familias desplazadas de su país o ciudad para huir de difíciles situaciones, como ocurre hoy en Venezuela y como internamente ha sucedido en Colombia.

Desde otro enfoque suelen estar aquellos que tienen menores alternativas de defender sus derechos y aparecen los adultos mayores y las personas con discapacidad por ejemplo. Y ya para atenciones más específicas se tratan políticas especiales para las mujeres, los niños, los adolescentes. En general, vulnerable se asimila con situación de desventaja, ya sea por edad, sexo, nivel educativo, origen étnico, situación o condición física y/o mental, que requieren de un esfuerzo adicional para incorporarse al desarrollo y a la convivencia.  

No obstante hay sectores que a primera vista no son los más vulnerables pero sobre quienes también hay que poner medidas de alerta y cautela para que sigan siendo motor y espíritu de la sociedad. Y la propuesta es establecer una especie de semáforo, en rojo, amarillo o verde, para observar y reaccionar desde la política económica para su atención pues de no de ser tratados pueden caer en pobreza o perder sus capacidades o pueden estar “en susceptibilidad” de ir perdiendo sus fortalezas, bien pueden ser las económicas, profesionales, intelectuales o culturales.

Para entenderlo pueden ser los jóvenes con excelentes hojas de vida profesional que no encuentran empleo o que son contratados casi que a destajo; a los científicos o artistas que no tienen el entorno para desarrollarse; a las familias que lograron conseguir su casa y pueden estar en riesgo de perderla; a las personas mayores de 40 o 60 años que con alta capacidad no resultan atractivas a las ofertas laborales; a quienes padecen una enfermedad no limitante; al cafetero o agricultor con riesgo de perder en la comercialización. Me refiero a los vulnerables ocultos silenciosos, invisibles que se sostienen en una línea de subsistencia de aparente fortaleza.

A la hora de la verdad es tan cierto como que debe existir la mayor de las preocupaciones por el “más vulnerable” como que muchas personas pueden estar en expuestos o susceptibles de perder sus mejores características de vida. En el fondo todos podemos estar en situaciones difíciles, luego la cuestión en política también está en vigilar qué tan sostenible lo es y si existe la posibilidad de remediarla o no dejarla agravar con sistemas de alerta, pues quienes han tenido mayores capacidades son muchas veces quienes pueden impulsar a los más vulnerables. 

*Presidente Corporación Pensamiento Siglo XXI

uribemariaelisa@gmail.com