No bajar la guardia pide BanRepública | El Nuevo Siglo
Foto archivo El Nuevo Siglo
Viernes, 21 de Septiembre de 2018
Redacción Economía

La economía colombiana ha realizado exitosamente parte del proceso de ajuste a los fuertes choques internacionales de los últimos años. El crecimiento ha regresado, la inflación se encuentra cercana a la meta, el nivel de la tasa de cambio ha sido relativamente estable, y la situación del sistema financiero es sólida.

Así lo señala el gerente del Banco de la República, Juan José Echavarría Soto, en su informe de la economía para septiembre. Señala que “aún queda camino por recorrer si queremos enfrentar de manera exitosa potenciales choques futuros. El ajuste internacional apenas comienza y los capitales internacionales castigarán a aquellos países que aún presenten vulnerabilidades importantes en el futuro”.

A pesar de ello, aún quedan secuelas de los choques en un ambiente internacional altamente incierto y volátil. La economía no logra todavía alcanzar su crecimiento potencial, la inflación y sus expectativas requieren culminar su convergencia a la meta, y el déficit de la cuenta corriente debe reducirse para asegurar un nivel sostenible.

Finanzas

Las finanzas del Gobierno Nacional lograron ajustarse a la caída de ingresos por cerca de 3,0% del PIB entre 2013 y 2017 que provenían de las rentas petroleras. Sin embargo, durante este período la deuda neta del Gobierno pasó de 34,6% a 43,1% del PIB, producto de la caída de los ingresos y de la devaluación del tipo de cambio.

De esa forma, para cumplir con la regla fiscal, retomar la senda decreciente de la deuda pública y garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas el Gobierno va a requerir un ajuste adicional. En cuanto a la situación del sistema financiero colombiano, no existen riesgos importantes que amenacen su estabilidad, a pesar del incremento reciente de los indicadores de mora de la cartera bancaria.

Además, el sistema bancario cuenta con provisiones suficientes que se acumularon en los años de bonanza. De allí que es fundamental no bajar la guardia y monitorear las vulnerabilidades de la economía ante nuevas contingencias externas que puedan generar riesgos para el desempeño macroeconómico del país.

El riesgo

Actualmente se identifican nuevas fuentes de riesgo, cuya inminencia y posibles consecuencias aún no son claras. El ajuste internacional apenas comienza y los capitales internacionales castigarán a aquellos países que aún presenten vulnerabilidades importantes en el futuro. La primera fuente de ajuste (y riesgos) es la normalización de la política monetaria en los Estados Unidos y otras economías avanzadas.

En el presente año, la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) ha hecho dos incrementos de 25 puntos básicos (p. b.) en su tasa de interés en marzo y junio pasados. Para lo que resta del año, se prevén dos incrementos adicionales, con lo cual ésta pasaría del rango actual entre 1,75% y 2,0% al de 2,25%-2,5%, hacia finales de año. A ello se agrega el programa de reducción en la hoja de balance que la Fed viene adelantando.

Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) anunció su intención de reducir sus compras mensuales de activos en euros a partir de septiembre, aunque por ahora mantendrá inalteradas las tasas de interés. La normalización de la política monetaria en los países desarrollados apenas comienza y posiblemente producirá una salida de flujos de capital del conjunto de países emergentes, con devaluaciones de la tasa de cambio en varios de ellos.

Sería deseable que, como ha ocurrido hasta el momento, este proceso continúe dándose en forma ordenada. Una segunda fuente de riesgos externos proviene del resurgimiento de barreras arancelarias que podrían debilitar el comercio mundial y destruir cadenas globales de valor.

Las decisiones del gobierno de los Estados Unidos de imponer aranceles a las importaciones procedentes de China, Turquía y otros países, y la respuesta de estos últimos con políticas similares, generan amenazas para el comercio mundial y para el crecimiento de economías avanzadas y emergentes. La decisión del gobierno de los Estados Unidos de hacer del déficit comercial el centro de su política económica podría llevar a nuevas contradicciones.

Así, por ejemplo, la expansión del gasto público y la reducción de impuestos en una situación de déficit fiscal producirán mayores desequilibrios en cuenta corriente y posibles retaliaciones arancelarias adicionales. Otro riesgo que continúa latente es el de la sostenibilidad del precio del petróleo en sus niveles actuales. La evolución futura del precio del crudo dependerá, entre otros factores, de las decisiones que tomen la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y otros grandes productores sobre sus niveles de producción, así como de la prolongación del actual ritmo de crecimiento mundial. Si este último se viera afectado por la guerra comercial, podría producirse una caída de los precios del petróleo y de otras materias primas.

La tensión financiera global resultante de estas circunstancias ha venido aumentando en las últimas semanas, afectando a unas pocas economías emergentes. Sobresalen los casos de Argentina, Turquía y, en menor medida, de Sudáfrica y Brasil, con episodios de fuertes depreciaciones de sus monedas, y un incremento en el costo del financiamiento internacional.

Así, entre el 1 de agosto y el 3 de septiembre la lira turca se devaluó 25,8%, el peso argentino 25,7%, el rand sudafricano 10,9%, el real brasilero 8,7%, mientras que el peso colombiano lo hizo en 1,6% en igual período (Gráfico 9). Los llamados credit default swaps (CDS) pasaron de un nivel base de 100 en diciembre de 2017 a ubicarse actualmente en 345 para Turquía, cerca de 180 para Brasil y en 109 para Colombia.