A los golpes | El Nuevo Siglo
Lunes, 17 de Septiembre de 2018

Latinoamérica sufre de una pandemia de violencia de género según lo afirma la ONU Mujeres. Al año más de 10.000 latinoamericanas son víctimas de feminicidio. La cultura machista que está instaurada por igual en hombres y en mujeres hace parte del ADN emocional de la sociedad. Hasta hace muy poco en las familias una niña tenía menos derechos que sus hermanos varones. Por ejemplo, mi mamá me ha narrado cómo en su familia la abuela María le servía los mejores pedazos de carne a los hombres que porque ellos iban a trabajar. Sin embargo, de trece solo cuatro fueron profesionales, una de ellas mi mamá que muy revolucionaria dejó Manizales y se vino a estudiar en la Universidad Nacional y se graduó como Trabajadora Social.


Regresemos a la pandemia. Hasta hace unos cuarenta años gracias a la influencia de la tercera ola del feminismo de finales del siglo XX, los derechos de la mujer han cobrado importancia, que sumado con la comunicación y sanción social en contra de esta pandemia, cada vez hay más consciencia social. Porque digamos las cosas como son: la justicia actúa con un retraso que no es digno frente a los cambios de la sociedad.


De nuevo mi obsesión radica en entender el origen del problema. En dónde se gesta un maltratador, violador, asesino, etc. En gran medida en la infancia. El maltrato y/o abandono físico y emocional que los padres propician a sus hijos, configuraron las deformaciones que al convertirse en traumas emocionales se magnifican en comportamientos que en extremo, son un peligro para la sociedad.
El machismo es la creencia de superioridad de los hombres. Esa falsedad, justifica las siguientes frases usadas por los maltratadores: “te pego porque te quiero”, “tú te lo buscaste”, “es por tu mal comportamiento”, “mira lo que me haces hacerte” y un largo etcétera de absurdos.


Pues esas mismas frases son las que usan las mamás y los papás con sus hijos cuando los corrigen con golpes, azotes, cachetadas, baños fríos, quemadas, pellizcos y un portafolio de torturas que muchos niños viven todos los días de su infancia.


Repito, es en el origen de la vida donde se puede sembrar la transformación que radique en criar con respeto y mucho amor. Los golpes hay que erradicarlos de los modelos educativos. No se le pega a una mujer. No se le pega a un hombre. En esa misma lógica no se le pega a un niño o niña. En la visión adulto-céntrica es más fácil entender que para “corregir” a un adulto los golpes no son una opción, pero no es fácil aceptar eliminar los golpes para corregir a los niños.


La pandemia que vivimos es un problema de salud pública y el remedio se aplica de forma individual y en la casa. Pero hay que cambiar la información que por generaciones nos suministraron haciéndonos ver como aceptable la naturalización del maltrato intrafamiliar.
En Colombia en lo corrido del año según Medicina Legal van 28.473 casos de violencia de pareja. Si esas parejas tienen hijos, ¿qué ejemplo creen ustedes que esos niños están recibiendo?


Recordemos que según la organización Save The Children, en el año 2018, Colombia es el segundo lugar en el mundo más peligroso para ser niño. ¿En qué se convierten los niños agredidos cuando crecen? ¿A dónde creen que va a parar toda esa violencia? Pues bien, a ponernos las pilas porque vamos para el estanco.