¿Cuál paz? (II) | El Nuevo Siglo
Domingo, 23 de Septiembre de 2018

La insistencia del Presidente Duque en su interés por la paz es interesante, aunque pareciera que poco sabe del tema: mostrar los dientes para empezar a dialogar podría ser que empezó con el pie izquierdo. Dialogar no es sacar pecho, es sanar las heridas, (como yo sugería en mi artículo de la semana: ¿Cuál Paz? I). Es dialogar para encontrar lo común, es entender las razones del otro.

Ahora, si aún hay quien dude sobre las bondades del binomio fe y razón para la construcción de una nación en paz, hay un discurso emblemático, de John Winthrop -primer gobernador de las colonias inglesas en América- al pisar tierra, con el que resume el espíritu solidario del cristianismo, que marcaría a los Estados Unidos hasta hoy: En estas tierras habrá libertad moral y seremos una nación informada por el modelo cristiano de caridad: aquí debemos deleitarnos en los demás, hacer las condiciones de los otros nuestras, gozar juntos, llorar juntos, trabajar y sufrir juntos, siempre teniendo delante de nuestros ojos nuestra comunidad como miembros del mismo cuerpo... Aquí, el que no trabaja no come... 

Ahora, vale la pena recordar nuestra Guerra de los Mil Días (1899-1902), y la opinión de Rafael Uribe Uribe, liberal, quien, habiendo sido el comandante derrotado, clama por la paz nacional. Este General -atónito ante la de degradación y barbarie, los cerros de cadáveres, la pobreza generalizada, el hambre, unos 150.000 muertos- estaba convencido que nadie podrá tener la insensatez de volver a pensar en otra guerra: esta tiene que ser la última guerra civil en Colombia.          

Otro milagro de paz es el que logró Robert Schuman: padre de la Unión Europea, quien -después de las dos guerras mundiales- argumentando que la paz solamente puede basarse en la igualdad: si ayer nuestro deber era ser enemigos, hoy nuestro derecho es ser hermanos. 

Hay más ejemplos de paz la paz cristiana es el Cardenal Van Thuan, de Vietnam -a quien le mataron, a sangre fría, gran parte de su familia por ser católicos- prisionero, durante trece años, nueve de estos, incomunicado y confinamiento solitario, en una celda sin ventanas, ya libre decía: “Voy a vivir cada momento del presente llenándolo de amor”.

¿Cómo acudir a ese Padre nuestro que estas en los cielos… perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden y no perdonar a nuestros enemigos?

En fin, para resumir, vale la pena recordar el discurso del maestro de la sátira: Mario Moreno (Cantinflas), en la película Su Excelencia: Si no fuéramos tan ciegos, tan obcecados, dijo aquel humilde carpintero de Galilea, sencillo, descalzo…, sin frac ni condecoraciones. Amaos, amaos los unos a los otros, pero, desgraciadamente, ustedes entendieron mal, confundieron los términos: armaos los unos y los otros… He dicho.

 Además, si lo anterior no sirve hay una fórmula que no tiene pierde:

¿Quieres la paz de Colombia? Empieza por tu hogar.

¿Quieres la paz en tu familia? Vívela la en tu corazón.

¿Quieres la paz de tu alma? Prueba hablar con Dios.