Petro ante la ONU | El Nuevo Siglo
Martes, 20 de Septiembre de 2022

* Discurso con el propósito de sorprender

* Derrumbe de la corresponsabilidad

 

El primer mandatario Gustavo Petro afirmó ayer en la ONU lo que en el mismo sentido ya había dicho algún otro presidente colombiano, en igual recinto, sobre el fracaso de la llamada guerra contra las drogas. Pero se abstuvo, como algunos pudieron llegar a pensar, en proponer o abrir el debate sobre la legalización que se la había escuchado en varias oportunidades.

   Sin embargo, no fue en esa dirección lo que intentó Petro, al poner el tema del fracaso sobre el tapete de una manera enfática, y a veces con un lirismo crudo e inusitado, con el propósito de sorprender e impactar, porque se trató más bien del discurso conocido de izquierda de que el ataque a las drogas ilícitas es la excusa palmaria para que el imperialismo internacional pueda seguir desarrollando, dentro de sus vernáculos criterios neocoloniales, los anhelos de dominio sobre el subcontinente latinoamericano.

Que, en el trasfondo, era el propósito político. Lo que, de antemano, no es de sorprender habiéndolo dicho muchas veces en la campaña presidencial que, casi sin contendor a la vista (a pesar de la gran votación hoy expósita) lo llevó al poder. Y que por demás tiene exaltados a sus seguidores, pese a que por anticipado ya muchos dirigentes internacionales del mismo espectro lo habían afirmado en ese espacio. Bastaría, a los efectos, recordar a Hugo Chávez cuando, en medio de su discurso improvisado, dijo que “huele a azufre” al traer a colación que en el mismo atril de la asamblea general de la ONU había estado un día antes el presidente estadounidense.    

De otra parte, Petro, como un activista en trance de campaña, dijo que en la propia América del Norte (más exacto decir Estados Unidos) dos millones de afros se mantienen en las cárceles a cuenta de no encontrar alternativas diferentes al microtráfico en sus localidades o ser consumidores por encima de los límites permitidos. En cierta medida, es la misma tesis del partido Demócrata, que desde hace ya décadas ha sostenido que la guerra contra las drogas, implantada por Nixon y luego seguida por Reagan y Trump, trata más bien de una persecución racial. En esa vía, no es descartable una señal al gobierno del presidente Joe Biden quien, como se sabe, en estos momentos está pendiente de confirmar o ver desvanecer sus mayorías en el Congreso, a cuenta de las próximas y decisivas elecciones parlamentarias a llevarse a cabo en noviembre. Y en las que, de una u otra manera, la posición sobre las drogas ilícitas juega un papel importante, aun en medio de la guerra de Ucrania, el cambio climático, la inflación y las consecuencias del coronavirus.       

Pero más allá de esto, Petro sostuvo que el problema central, según su punto de vista, no es en sí mismo el fracaso de la guerra contra las drogas, sino uno igual de grave que, a semejanza de la adicción a la cocaína, consiste en la adicción al petróleo y carbón. Inclusive, todavía más porque, según lo dicho, se trata de una misma y sola adicción al consumo en general. Es decir, en sus palabras textuales, “la compulsión ilimitada del tener y del consumir”. En suma, el discurso siempre prevenido contra la libertad de mercado, donde se confunde la propiedad privada y el consumo con la codicia y el consumismo, que es bien diferente.

En síntesis, en su discurso ante la ONU dejó en claro, a través de los párrafos reiterativos, pero sin decirlo así, que no comparte para nada el principio de corresponsabilidad en la lucha contra las drogas hasta ahora en vigencia. Y que la responsabilidad solo compete a quienes, desde el primer mundo, han establecido un sistema de exacción (es decir, el capitalismo) que, además por cuenta de la política de drogas implantada, ha producido un millón de muertes en América Latina. Con ello, no solo intentó convertirse en el líder de la región, como es claro que pretende, sino que, de colofón, aunque con una motivación transversal, propuso condonar deuda externa para liberar excedentes en el propósito de proteger la Amazonia y atacar el cambio climático. Que está bien. Lo que no sabemos es si a partir de ese fundamento unilateral y esa nueva división entre víctimas y victimarios, que impide cualquier consenso al respecto, se logre.