ESTE MARTES ARRANCA
Asamblea de ONU: ¿pasará algo con guerra en Ucrania?

Foto: AFP

UNA VEZ más, la gigantesca vitrina del multilateralismo es el escenario de fotos, discursos y foros políticos alternos, pero nada más. La Asamblea General de Naciones Unidas recibe desde este martes a más de un centenar de dirigentes políticos que si bien se identifican con las preocupaciones globales no logran consenso alguno para disiparlas.

 Ideologías diferentes, alianzas geoestratégicas y el pulso de potencias -con un realinderamiento de países emergentes y en desarrollo-  han evidenciado la ineficiencia de esta Organización creada hace 78 años, con el fin de  “tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas a la paz y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de situaciones internacionales susceptibles de conducir a quebrantamientos de la paz”, como reza su Carta fundacional.

La guerra en el corazón de Europa, que roza los 19 meses, (invasión rusa a Ucrania inició el 24 de febrero de 2002) es la mayor evidencia de ello. Pese al elevado costo de vidas, así como el impacto a la economía global por la escasez de variados insumos -desde fertilizantes hasta cereales-, la cita pasada de esta Organización se cerrón con el trillado consenso de condena al accionar de Vladimir Putin y solidaridad con el pueblo ucraniano.

Y aunque una mayoría de los 193 países miembro de Naciones Unidas rechazaron la violación a la soberanía ucraniana y la ‘anexión’ rusa de regiones tanto del Donbás como conquistadas militarmente donde, ese foro que tiene un rol central en la política internacional, no llegó a más. 

La razón esgrimida es la misma: las decisiones de fondo y que pueden hacerse cumplir la adopta el Consejo de Seguridad que desde su creación tras la Segunda Guerra Mundial tiene las mismas reglas de juego. Es decir, son 15 asientos, cinco de ellos inamovibles y con capacidad de veto, que los ocupan Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Rusia y China. Estos dos últimos han ejercido ese derecho en resoluciones presentadas sobre la guerra.

De entonces acá ha corrido “mucha más agua bajo el puente”: constante ayuda financiera y militar de Occidente a Ucrania, renovada posibilidad de que ese país ingrese a la Otan, ampliación de esa Alianza Militar hacia el este, reiterado objetivo ruso de mantener su ‘ofensiva especial’ hasta cumplir los objetivos y alertas tempranas sobre una ‘tercera guerra mundial’ con grave riesgo de que se torne nuclear.

En pocas palabras, la guerra no sólo ha escalado, sino que como lo admitió recientemente el secretario de la Otan, Jens Stoltenberg, en entrevista al grupo mediático alemán Funke, “no tendrá un final rápido...Debemos prepararnos para una guerra larga en Ucrania”.



Radicalizados como nunca antes y con alianzas definidas, Rusia y Ucrania mantienen no sólo el enfrentamiento sobre el terreno, sino una creciente ‘guerra verbal’, especialmente del presidente Volodomir Zelenski quién por primera vez se subirá al estrado de la Asamblea.

Su discurso será el miércoles, pero desde que llegó a Nueva York calentó el ambiente al señalar en CBS News que “la sociedad rusa ha perdido el respeto del mundo. Eligieron y reeligieron a Putin, levantaron un segundo Hitler”.

Tras insistir en que se debe mantener la ayuda militar a su país Zelenski aseguró que “si no se le ponen límites al mandatario ruso habrá una tercera guerra mundial”. Aseguró que “si perdemos la guerra, Putin extenderá el conflicto a otros territorios, como Polonia”.

La presencia de Zelenski, descontando su diatriba sobre aumentar la ayuda militar para que pueda dar fruto su contraofensiva en el terreno, y la fragmentación política de los estados miembros frente esta guerra, marcarán esta cita diplomática global con palabras, más no acciones. 

Para algunos expertos, como Richard Gowan, del Grupo Crisis Internacional, Zelenski deberá tener cuidado con lo dice porque hay alto riesgo de que sus palabras terminen por generar fricciones y hasta una “crisis diplomática” con los países en desarrollo, ahondando un “brecha” que cada vez es mayor.

En la antesala de la tradicional cita, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres manifestó que “nos vamos a reunir en un momento en que la humanidad se enfrenta a inmensos desafíos, desde el agravamiento de la emergencia climática a la escalada de conflictos, pasando por la crisis mundial de la inflación, el aumento de las desigualdades y las drásticas perturbaciones tecnológicas”.

Agregó que “la gente espera de sus dirigentes una solución para salir de este desastre, pero la fragmentación actual reduce nuestra capacidad para responder a estas crisis”.

En cuanto a la guerra en curso advirtió contra el optimismo excesivo, reconociendo que las condiciones actuales pueden no favorecer un “diálogo serio” para la paz, ya que “las partes están lejos de esa posibilidad”.

Otros temas  

Está descontado que Zelenski y la guerra en Ucrania opaquen el tema central de la cumbre, cual es el desarrollo, así como que se adopten medidas específicas para forzar el cumplimiento de los 17 Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) acordados en 2015.

En ambos temas habrá, de nuevo, voluntad política pero nada más, pese a los reiterados llamados de Guterres a “actuar ya”, especialmente para cumplir los ODS que buscan un futuro más sostenible y mejor para "más de la mitad del mundo" para 2030, y más para aquellos que sufren las consecuencias de la guerra en Ucrania.

Estos objetivos "encarnan las esperanzas, sueños, aspiraciones y expectativas de las personas de todo el mundo", insistió el secretario general, recordando que a mitad de camino solo el 15% de los 17 Objetivos van por el buen vía, muchos están estancados y otros en retroceso.

Salir de la pobreza, acceder a la educación, al agua potable, a una energía limpia, tener buena salud, luchar contra el cambio climático o lograr sociedades en paz, son objetivos de desarrollo que están interrelacionados. Y, sin embargo, continúan rezagados.

Unicef, la organización de la ONU para la infancia, recordó que dos tercios de los indicadores relacionados con la infancia no están en condiciones de alcanzar sus metas.

"Si el progreso previsto continúa, sólo un total de 60 países -donde vive el 25% de la población infantil- habrán alcanzado sus objetivos para 2030, dejando atrás a unos 1.900 millones de niños en 140 países", advirtió.

Esta cumbre es "un espacio vital para hacer cambios", recordó Abby Maxman, de la ONG Oxfam, que instó a los mandatarios a asumir "compromisos significativos, seguidos de auténticas acciones".

Y bajo esa óptica, deberán "apoyar" una reforma de la arquitectura financiera internacional, pues muchos países en desarrollo están paralizados por el peso de su deuda. Pero he ahí otro tema en el que no se va más allá de declaraciones de apoyo y buena voluntad. Igual ocurrirá con llamados a reformar el sistema de Naciones Unidas, especialmente del Consejo de Seguridad, como lo pedirá el presidente Biden.

Presentes y ausentes

La Asamblea General de la ONU, como se ve, es una cita que cada año reúne a la mayoría de los principales líderes políticos del mundo y que sirve únicamente como termómetro de las preocupaciones y los desafíos globales,

Los discursos arrancarán este martes de la mano de los principales responsables de Naciones Unidas, si bien como viene siendo tradición desde 1955 será Brasil, con Luis Inácio Lula da Silva, el primer país en subirse a la tribuna. 

La tradición marca que Estados Unidos es el segundo país en tomar la palabra -también en este caso acudirá el presidente Joe Biden-, si bien en 2016 y en 2018 se adelantaron Chad y Ecuador, en ambos casos por el retraso en la llegada del mandatario norteamericano.

Como en las tres citas anteriores, los grandes ausentes serán los mandatarios de Rusia y China, Vladimir Putin y Xi Jinping, respectivamente, quienes están representados por el canciller Sergei Lavrov y el vicepresidente Han Zheng.

Tampoco estará el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que recibe en visita de Estado al rey Carlos III.

Con inevitable epicentro en la guerra arranca una semana de intensa diplomacia global que, como en la pasada cita, será un nuevo saludo a la bandera.