SU PASIÓN ES AYUDAR SIN RECIBIR NADA A CAMBIO
Carol, la piloto que aterriza en escuelas con mensaje antidrogas

Foto: Cortesía

UNA AMA de casa y piloto de un Twin Otter DHC-6 canadiense afirma que el tiempo se le pasa volando, por cuanto trabaja todos los días en las nuevas estrategias para arrancar a los niños, niñas y adolescentes de las garras de la drogadicción y del alcoholismo en Colombia.

Se trata de la jefa del Área de Prevención de la Dirección Antinarcóticos de la Policía, coronel Carol Díaz Velásquez, hija de un policía y de una ama de casa, quienes le inculcaron desde muy pequeña a trabajar duro por los demás, sin esperar nada a cambio.

“El día se me pasa volando, porque soy una convencida de lo que hago y los uniformados que trabajan conmigo, hombres y mujeres, también experimentan esa sensación y tratan a los alumnos de escuelas públicas, colegios privados y universidades como si fueran sus propios hijos”, expresa.

Afirma que cubren todo el país, es decir, desde el Amazonas hasta el Chocó, y desde Nariño hasta La Guajira. “Procuramos que ningún establecimiento educativo se nos quede por fuera de nuestra agenda. También vamos a las escuelas rurales y a los resguardos indígenas”.   

La oficial Díaz explica que trabaja en la Policía desde hace 22 años, 17 de ellos como piloto y actualmente está a cargo de un Twin Otter DHC-6, un avión utilitario STOL (despegue y aterrizaje cortos) canadiense desarrollado por la De Havilland Canada.

“Con este avión también llegamos a los más apartados rincones del país para llevar las remesas a nuestros uniformados”. La piloto informa que tiene dos hijas, una de 20 años y otra de 6.

Asegura que “sin lugar a dudas mi nuevo trabajo me llena tanto como persona, como profesional. Cuando uno es feliz con lo que hace, entonces todo fluye. Yo me levanto feliz a trabajar, porque cada día hay un proyecto nuevo, una escuela, un resguardo, un colegio nuevo y una ciudad nueva para ir con nuestros jovencitos. El equipo de trabajo con el que cuento es maravilloso y por esta razón agradezco a Dios y a la institución por esta oportunidad”.

Protección

Destaca que “estamos siempre mirando qué hay que hacer y cómo buscamos nuevas tareas, porque no nos podemos quedar quietos un solo día, ya que siempre hay algo que hacer para proteger a nuestros niños y adolescentes. Tenemos mucho todavía por hacer”.



Con estas jornadas de prevención, enseñan a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes cómo decir no a las drogas y al alcohol. “Es un mensaje de prevención para que eviten ser víctimas de la drogadicción y el alcoholismo por medio de videos y exposiciones”.

Aclara que “la batalla más importante de Antinarcóticos se libra en las escuelas públicas a nivel urbano y rural, en los resguardos indígenas, en los colegios privados y en las universidades. Estoy muy convencida de lo que hacemos, porque los jovencitos están mucho tiempo en sus lugares de estudio y, en segundo lugar, con sus compañeros, con los que comparten parte de las decisiones que pueden llegar a tomar”.

Insistió en que muchos de esos niños están muy solos, que la compañía viene siendo su familia, su colegio, el profesor o los policías. “Así encontramos un acercamiento y una compañía muy bonita, especialmente con los niños de educación primaria, que son muy cercanos a los uniformados”.

Acota que “los niños tienen confianza con los uniformados y manifiestan no solo casos de consumo, situaciones de violencia e incluso hechos de abuso sexual que están viviendo. Todavía se puede decir que los niños pequeños ven en el policía a un amigo en quien pueden confiar”.

“En este trabajo con nuestros niños siempre pongo de presente mi vida personal, porque tengo la fortuna de ser mamá y los veo a ellos como a mis hijos. Tanto a los niños pequeños como a los adolescentes los veo como a mis hijas. Estamos en una sociedad muy complicada y lo que uno pueda hacer por un niño, una niña o un adolescente, es lo mismo que uno puede hacer por sus hijos”, apunta.

El triunfo

Señala que “si logramos rescatar a niños de las garras del microtráfico, es un triunfo y es una sensación muy bonita. La acogida que tenemos cada vez que llegamos a un centro de educación es maravillosa y se recarga uno de energía con estos jovencitos. Este trabajo es muy importante y lo hacemos con el corazón en la mano y, reitero, como si ellos fueran nuestros hijos”.

Expresa que “para llegar a los niños y adolescentes se cuenta con la estrategia de que todos amamos nuestro trabajo y los jovencitos no son unos menores más, son como nuestros hijos, como lo dije anteriormente. Nosotros nos entregamos en cuerpo y alma y debemos tener esa pasión para poder llegar con el mensaje a nuestros alumnos”.

“Muchos de los integrantes de mi equipo de trabajo han hecho cursos de psicología, son profesores y otros son profesionales en otras materias, que son el complemento para esta difícil tarea de enseñar a nuestros jovencitos a decir no a las drogas y al alcohol”, indica.

Puntualiza que “uno es temeroso de algo y es que como mamá teme que sus hijas puedan ser víctimas del consumo de drogas. Cuando mi hija mayor pide un permiso para ir a una fiesta o a una reunión, me preocupa que no llegue temprano, que no conteste el teléfono. Pero estoy tranquila porque mi hija está en la universidad y ha recibido una educación en el hogar, porque he asumido mi compromiso como mamá y la he formado con valores”.

Sin embargo, dice: “estoy segura de que en su medio universitario alguna vez le habrán ofrecido drogas, pero también estoy segura de que ella ha tenido la entereza suficiente para decir que no. Es importante la fortaleza que uno tenga en su familia tal como lo hicieron conmigo, así lo hago con mis hijas. Los temores siempre los tendremos, porque esas drogas están a la mano”.

Recuerda que cuando fue designada al Área de Prevención “muchos de mis compañeros me dijeron: a ti te pusieron donde deberías estar. La verdad es que me encanta, me fascina y me apasiona, porque es necesario tener sensibilidad. Una de las cualidades más bonitas que podemos tener los hombres y las mujeres que trabajamos en la Policía es no perder la sensibilidad para ponerse en los zapatos del otro”.

Insiste en que “mientras se hagan las cosas correctamente, mientras puedas ayudar, cuando en el trabajo puedas mitigar algún momento de hambre, de soledad o de tristeza, y puedas ayudar a salir adelante a otras personas y en nuestro caso a los niños y adolescentes, es casi como el salario que recibimos. Es la satisfacción de hacer las cosas bien y de ayudar a nuestros semejantes”.

Asegura que “no tengo la cuenta de cuántos jovencitos han recibido nuestras enseñanzas. Solo trabajamos para evitar que organizaciones delictivas se aprovechen de estos niños inocentes y que en muchas oportunidades los induzcan y en otras los instrumentalicen. Solo buscamos la protección al menor y a nuestras familias”.

Agrega la coronel Carol Díaz Velásquez que “siempre les decimos a los padres de familia y a los profesores que no dejen nunca solos a los niños y a los adolescentes, que los rodeen todo el tiempo y que les brinden consejos y valores para que sean el futuro del país. No podemos dejar esta responsabilidad en el colegio o en el Estado. La primera escuela deber ser la familia, el hogar… siempre debe ser así”.