La encerrona | El Nuevo Siglo
Miércoles, 12 de Agosto de 2020

Alguien que ha incriminado a una persona en determinada investigación, dizque para enmendar su version insinúa aceptar una entrevista con un representante del perjudicado, graba la conversación con éste desde la cárcel donde paga condena, dice que intentaron sobornarlo y su manifestación se constituye en prueba admitida por la justicia para iniciar investigación penal por soborno, se imponen medidas de  aseguramiento mostrando al señalado “como presunto determinador de los delitos de soborno a testigos en actuación penal y fraude procesal”.

Mientras que por el Covid-19 los presos salen de las cárceles, el imputado, expresidente de la República, sufre detención domiciliaria con la obligación de pagar en término de horas onerosa caución. Esta es, hasta ahora, la historia del proceso contra el senador Álvaro Uribe Velez que tendra más capítulos en las semanas venideras, sobre la base de la presunción por soborno.

Sin irrespetar a los magistrados instructores creo que hubo anzuelo y se trata de un proceso basado en ardid tendido con sutileza. Obviamente desconozco el alcance de las pruebas y me parece bien que el doctor Uribe haya solicitado el levantamiento de la reserva  sumarial y que se hagan públicas.

Tomará tiempo saber la conclusión de este capítulo de historia patria. Una encerrona es una situación preparada de antemano en la cual se consigue que una persona se vea obligada a afrontar algo inesperado y a actuar de determinada manera.  

 No pertenezco  al Centro Democrático, a veces he coincidido con el exmandatario,  en otras discrepado, siempre respeto las providencias judiciales; sin embargo creo que convendría analizar la cuestión desde un nuevo ángulo, es  todavía incierta la prolongación de un proceso que pone a prueba la independencia, imparcialidad y objetividad de los jueces en diferentes instancias, cerrada apenas la etapa instructiva con inusitada proliferación de opiniones por tratarse de una figura política de primer orden. Intereses de toda indole rondan, medito en la fragilidad de la condición humana, en cómo la fama y el honor se han vuelto elasticos.