Esperanza en medio de la pandemia | El Nuevo Siglo
Sábado, 1 de Agosto de 2020

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” Juan 3:16

LA pandemia debido al Covid-19 y las consecuencias nefastas para la economía debido al aislamiento, han generado gran ansiedad en la población. En Colombia van alrededor de 276 mil casos confirmados, 123 mil casos activos, 143 mil recuperados y más de 9.800 fallecidos; y en el mundo, se registran aproximadamente 17 millones de fallecidos por esta peste (Instituto Nacional de Salud). Las UCIS (Unidades de Cuidado Intensivo) están a un nivel alto de ocupación.

El desempleo está en 21.4%, muchos han perdido su empleo y el panorama económico no es el mejor. Este es apenas un escueto panorama de lo que hoy se vive por este virus.

Todo lo anterior genera angustia, ansiedad, tristeza y temor.  Sin embargo hay una gran esperanza, un gran tesoro que hace que esta situación sea más fácil de sobrellevar.

Este tesoro  no es otro que el gran amor y esperanza que hay en Jesucristo el Señor. Si lo tenemos a Él, lo tenemos todo.

Alguien dijo alguna vez que: “Si Dios es todo lo que tenemos, Él es todo lo que necesitamos”. En estos momentos de dificultad que vive el mundo y nuestra nación, debemos volver nuestros ojos a lo eterno, a lo que realmente importa.

Esta es una oportunidad para pensar en nuestra vida y tener un encuentro profundo con el Dios del cielo. Es el momento de reconocer nuestros pecados y volvernos a Él, quien nos ama profundamente.

Es el tiempo de cambiar y de valorar lo que realmente vale la pena: Dios, nuestras vidas, la familia, los amigos y los demás. Es tiempo de dejar los malos hábitos que nos destruyen y de caminar en obediencia a lo que Dios enseña.

Habría muchos otros temas que hubiera podido compartir en esta columna. Pero como creyente en Jesús, sería un egoísta, sino compartiera la paz, el amor, alegría y bendiciones que Él me ha dado.

Jesucristo, es la mejor medicina para el mundo atribulado. Su promesa de vida eterna para los que creemos en Él, es una fuente de paz y seguridad para los que pasamos por este momento de la historia de Su mano.

Entiendo que no todos compartimos el mismo credo, y que cada cual tiene libertad de escoger si cree o no. Esta libertad es tan solo una muestra del amor de Dios que no se impone como una dictadura, sino que nos permite escoger.

En estos tiempos de pandemia, de estadísticas, muertes, noticias negativas; es bueno ir a beber de la fuente de la paz perfecta, de la paz que sobrepasa nuestra capacidad humana. De la paz que el hombre obtiene cuando recibe el perdón de Dios y se vuelve de corazón a Él. Paz que no tiene precio y que ningún virus nos podrá quitar a los que estamos caminando junto al gran Pastor: Cristo, el Señor.

@feliperangel81

*Politólogo Universidad del Rosario.