Descentralización ambiciosa: finanzas enclenques | El Nuevo Siglo
Domingo, 2 de Agosto de 2020

Durante esta pandemia todos los reflectores están puestos sobre las finanzas del Gobierno central. Pero poco se habla de lo que está aconteciendo con los fiscos territoriales. Sucede que éstos, aún más que los de la Nación si se quiere, están gravemente afectados.

Y así como se habla de las medidas necesarias para rescatar las finanzas del Gobierno central, debemos empezar a pensar sobre cómo se van a rehabilitar las finanzas de departamentos y municipios cuando pase la pandemia.

Las cifras preliminares muestran que los recaudos de los municipios y departamentos se han derrumbado entre un 50% y un 60% como consecuencia del coronavirus. Sus principales recaudos (ICA, predial y participaciones en las sobre tasas de los combustibles) han disminuido drásticamente por la cerrazón económica causada por los confinamientos.

Pero no han sido solamente los recaudos de sus impuestos los que se han evaporado. También han resultado seriamente damnificadas las finanzas de los sistemas de transporte masivo que existen en ocho grandes municipalidades del país. Comenzando por el capitalino Transmilenio. La restricción de que no pueden movilizar más del 35% de su capacidad durante los meses de confinamiento, al paso que sus gastos fijos siguen inmodificados, les ha abierto huecos financieros monumentales en sus balances.

Según un informe de la última revista Dinero, los menores ingresos de los sistemas de transporte masivo ascienden a la fecha a 1,8 billones distribuidos así: Barranquilla, 59.723 millones; Cartagena, 60.204 millones; Medellín, 332.000 millones; Cali 146.000 millones; Pereira, 46.300 millones; Bucaramanga, 40.300 millones, y Bogotá, 1,1 billones de pesos. Estas pérdidas pesan como una piedra de molino al cuello en las proyecciones de los sistemas de transporte masivo que, por cierto, ya venían adoleciendo severos problemas financieros antes del estallido de la crisis del coronavirus.

El Gobierno ha ensayado una primera medida de ayuda consistente en créditos de largo plazo, en condiciones de subsidio, que les ha ofrecido la financiera territorial (Findeter). Sin embargo, el monto de este crédito apenas sirve para paliar aproximadamente un tercio de las pérdidas que han acumulado las empresas de transporte masivo.

Ahora bien, el coronavirus y el confinamiento urbano no sólo han puesto en jaque las finanzas de los sistemas existentes en Colombia. La asociación europea de sistemas de transporte masivo calcula que la crisis ha generado pérdidas por 46.000 millones de euros a las empresas del viejo continente. Por su parte, la “asociación latinoamericana de sistemas integrados para la movilidad urbana” calcula que el déficit acumulado de los sistemas en Colombia es de 2,6 billones a la fecha (más abultado aún que el calculado por la revista Dinero), mientras que el déficit diario que están registrando los sistemas es de $ 11.356 millones.

La “comisión de estudio del sistema tributario territorial” acaba de entregar al gobierno sus conclusiones. En esta comisión participaron distinguidos expertos en asuntos de finanzas territoriales. Las recomendaciones de esta comisión servirán para trazar la carta de ruta en la tarea gigantesca que se avecina, con miras a modernizar la fiscalidad territorial. Se trata de un estudio juicioso que se pasea por todos y cada uno de los tributos departamentales y municipales hoy vigentes. Proponiendo fórmulas para modernizarlos, para dinamizar su recaudo, para incorporarles elementos “verdes”, y para hacerlos más progresivos. Y, por supuesto, para simplificarlos (es tal la atomización fiscal que la comisión inventarió en el ámbito territorial 60 tipos de impuestos diferentes). Somos un país descentralizado pero con unas entidades territoriales de finanzas enclenques. Tal es la conclusión principal de la comisión.

Pero los más débiles son los departamentos. El recaudo total de éstos (antes del coronavirus) ascendía apenas a $ 9,4 billones frente a $23 billones de los municipios. Sumas claramente insuficientes para el tamaño de las responsabilidades que se les asignan por la Constitución y las leyes que regulan el enmarañado campo de la descentralización.

Así como cuando pase la pandemia necesitaremos una ambiciosa reforma tributaria en lo nacional; así también se requerirá otra igualmente profunda en el ámbito de lo departamental y municipal.