Panamericanas | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Agosto de 2019

“En número total de medallas se mejoró”

Los Juegos Panamericanos Lima 2019 terminaron el domingo 11 de agosto en una sobria ceremonia de clausura. Para Colombia el resultado en medallería es mejor que el de Toronto 2015, aunque en posición final de los juegos descendió dos puestos, al pasar del 5º en Canadá al 7º de ahora en Perú. Sin embargo, en número total de medallas se mejoró y en oros se alcanzó una más que en aquélla ocasión.

Las malas noticias provinieron de los triunfos que se daban por descontados y no se lograron, como algunos en boxeo, pesas o en atletismo. La mala suerte de la lesión de la gran Caterine Ibargüen nos privó, por ejemplo, de su casi segura medalla de oro. Las buenas, de los inesperados triunfos de algunas y algunos atletas. Las seleccionadas de fútbol que lograron el oro, las voleibolistas que obtuvieron la plata -no perdieron el oro, lograron la plata-, la surfista Isabella Gómez, la arquerista Sara José López y ese oro en marcha de 20 kilómetros ¡20! de Sandra Lorena Arenas, por el lado femenino, son triunfos espectaculares. En el lado masculino, sin duda lo mejor fue ese triunfo en la posta larga de 4x400, no solo porque es una disciplina en la que no somos especialistas, sino porque muestra un trabajo de equipo formidable y una estrategia ganadora.

Esos triunfos deportivos que corresponden al ciclo olímpico, no son gratuitos, han exigido una gran inversión y una decisión política que, contra todo pronóstico, se ha mantenido como política de Estado y no como plan de un gobierno que el siguiente llega a acabar. Fue en el primer gobierno del presidente Uribe donde se tuvo la feliz idea del impuesto a la telefonía celular (Ley 788 de 2002) y su destinación casi específica (el 75%) al cumplimiento de los compromisos deportivos colombianos en el ciclo olímpico. De esos dineros, que los sucesivos gobiernos han seguido aportando, incluso a pesar de la reducción del impuesto, han surgido las medallas que ahora nos enorgullecen.

El modelo colombiano que es bastante similar al ADO español, ha rendido frutos. Las medallas olímpicas que fueron una rareza histórica y más producto de esfuerzos individuales como los de Helmut Bellingrodt o Alfonso Pérez y Clemente Rojas en el ya lejano Múnich 72, se han convertido en habituales gracias a la planificación y financiación que, aunque no alcanzó a cubrir nuestro primer oro olímpico en los poderosísimos brazos de María Isabel Urrutia (Sidney 2000), sí se ha reflejado en los siguientes Juegos y en nuestra mejor cosecha en Rio de Janeiro 2016: 3 oros, 2 platas y 3 bronces.

Sin embargo de todo lo logrado, aún falta mucho por recorrer. Todavía tenemos más deportistas que dirigencia y a cada rato se ven delegaciones deportivas haciendo “empanadatones” o rifas para poder asistir a eventos internacionales, lo que no deja de ser vergonzoso.

Esperemos que la reciente creación del  Ministerio del Deporte no agote en burocracia el presupuesto que debe ser prioritariamente para entrenadores, dotación, preparación de deportistas y masificación de la práctica deportiva, como blindaje contra todos los vicios que acosan a niños y jóvenes. 

@Quinternatte