Maniobras intrépidas | El Nuevo Siglo
Jueves, 15 de Agosto de 2019

“Fuerzas Militares no están para servir de entretenimiento”

Perplejos quedamos con la noticia el pasado domingo, cuando en el marco del cierre de la Feria de las Flores en Medellín, dos suboficiales perdieron la vida al caer de un helicóptero mientras realizaban una maniobra militar; sin embargo, al mirar los videos que pasaron por los noticieros de televisión quedamos estupefactos. La tal maniobra consistió en un acto temerario, irresponsable, inútil, imprudente… y le caben más calificativos; pero, además, ajeno a las actividades militares que corresponden a una institución bicentenaria como lo es el Ejército de Colombia y su más reciente Fuerza Aérea, que están claramente señaladas en la Constitución, entre otras, la de defender la vida de todos los colombianos, incluyendo la de los miembros de las Fuerzas Armadas. 

Causa indignación observar a dos soldados colgando de una cuerda suspendida de un helicóptero en vuelo; a lo mejor tan intrépido acto sea necesario ante el evento de una confrontación bélica, pero no para cerrar una Feria de Flores. Las Fuerzas Militares no están para servir de entretenimiento en ninguna feria y mucho menos cuando se trata de maniobras peligrosas que ponen en riesgo la vida de los soldados y de los ciudadanos.

Pero la indignación fue aún mayor, cuando escuchamos al padre de uno de los muchachos fallecidos señalando que su hijo fue obligado a la maniobra temeraria y que no estaba de acuerdo con realizarla.

Lamentables luego las declaraciones de un alto mando del Ejército, justificando el hecho y trayendo como consuelo la observación de que los suboficiales murieron en su ley, envueltos en su bandera. Se le olvida que eran miembros de familia y con esposa e hijos.

Por supuesto, que el Estado debe responder por semejante acto de barbarie que, al parecer, ordenó algunos de sus agentes de conformidad con el Artículo 90 de la Constitución Nacional y debe repetir contra quien tuvo semejante ocurrencia. No se puede jugar impunemente con la vida de las personas cuyas familias los han confiado al Ejército Nacional.

El palo no está para cucharas; a la ya deteriorada imagen de las Fuerzas Armadas y a la pérdida de confianza por parte de la ciudadanía, con ocasión de los recientes actos de corrupción que se descubrieron en la Cuarta Brigada y los anteriores escándalos por las intrépidas instrucciones sobre bajas, que parecían revivir nefastas épocas de falsos positivos, se agrega esta funesta actuación de circo con tan lamentables consecuencias.

Los colombianos apreciamos y defendemos nuestras instituciones militares, por ello el peso de la ley debe caer sobre quienes las deshonran de cualquier manera. Ha surgido la tesis de que manos criminales pudieron cortar la cuerda; el hecho amerita plena investigación y sanción para responsables dolosos; pero ello no justifica la torpeza del acto que todos observamos.