Cinaruco, nueva área protegida entre Colombia y Venezuela | El Nuevo Siglo
Foto Anadolu.
Miércoles, 1 de Agosto de 2018
Agencia Anadolu

En los horizontes de la región de Cinaruco, en Arauca, no se distingue dónde termina Colombia y dónde empieza Venezuela. Hacia el fondo solo se ven unas pequeñas ‘montañas’ en medio de la llanura, que en realidad son hileras de imponentes saladillales, congriales, rabanales, morichales y otras especies de árboles nativos que separan unas fincas de otras y crecen en medio de unas extensas sabanas.

Los caminos no existen. O por lo menos no se pueden recorrer con zapatos tradicionales, porque estos se quedarían atascados en el agua. Tampoco hay señalizaciones de ningún tipo. 

Lo que dirige el paso de los tractores y los caballos son unos canales alargados que también se pierden en el horizonte. Esta particular región de sabanas eólicas inundables ha sido declarada como una de las nuevas áreas protegidas nacionales de Colombia.

Cinaruco fue incluida entre las 9 áreas prioritarias de conservación que se propuso declarar el país suramericano como meta para el 2018 y serán incorporadas al Sistema Nacional de Áreas Protegidas, como muestra de un ecosistema que había estado insuficientemente representado. 

También hará parte de los tres nuevos ecosistemas emblemáticos de la Orinoquia colombiana, entre los cuales también se declararon en meses anteriores la Serranía de Manacacías, en el departamento del Meta, y Sabanas y Humedales, en el departamento oriental de Arauca.

La Agencia Anadolu recorrió la región de Cinaruco para conocer las características y la importancia de este ecosistema, en donde una alianza conformada por Parques Nacionales Naturales, las ONG internacionales WWF y WCF y las fundaciones Argos y Santodomingo, llevan realizando un trabajo desde hace tres años para llegar a la declaratoria de esta área, junto con las comunidades que la habitan.

 

La Orinoquia, una región estratégica

Según cifras del Registro Único Nacional de Áreas Protegidas, Colombia tiene en total 1027 de estas áreas, entre nacionales, regionales y privadas, que comprenden una extensión de 28.970.498 hectáreas.

La región de la Orinoquia, al este de Colombia en la frontera con Venezuela, que está integrada por los departamentos de Arauca, Casanare, Meta y Vichada, fue una de las áreas que se consideró como estratégica para la conservación en el ámbito nacional en 2018.

De las dos áreas que se van a conservar en Arauca, la que llevaba el proceso más adelantado era Cinaruco. Comprende siete veredas rurales de los municipios de Cravo Norte y Arauca -la capital del departamento.

“Estamos hablando de aproximadamente 332.000 hectáreas, de sabanas eólicas inundables, con una cantidad de asociaciones vegetales que hacen que esta zona sea tan importante”, explica Linda Rocío Orjuela, profesional de nuevas áreas protegidas en la Dirección Territorial Orinoquia de Parques Nacionales Naturales.

Este ecosistema le da origen a ríos binacionales como el Cinaruco y el Capanaparo, que culminan su cauce en el majestuoso río Orinoco, por lo que se cree que esta región es el nacimiento de uno de los ríos más importantes de Suramérica.

“¿Por qué Cinaruco? Las sabanas de estos sectores del departamento de Arauca son moldeadas por los vientos, los cuales ejercen una fuerte influencia y se mueven en dirección norte-sur o noreste-sureste. Estos vientos alisios entran por Venezuela y van conformando un proceso de sedimentación de miles de años, unos médanos, unos bancos de arena que se ven mejor por satélite, pero cuando tú los transitas, son montículos en la sabana, como pequeñas colinitas, acumulaciones de arena”, indica Orjuela.

Durante el viaje a bordo de un tractor, el único vehículo motor que puede transitar ante la dificultad de acceso y la inexistencia de vías, se puede sentir la sacudida que producen los médanos en el paso de la carga, por lo que el vehículo no se mantiene estable y el recorrido es extenuante.

Como esta visita se hizo en temporada de invierno en la región, los caminos por donde pasan los tractores de las fincas alrededor se inundan, creando canales como pequeños ríos que hacen el transporte un poco más fluvial que terrestre. 

Esta temporada de lluvias también cambia las dinámicas de las especies. “En invierno, el ganado ustedes lo van a ver arrumadito en los bancos, mientras en el verano lo van a ver disperso, en las zonas de esteros, en las zonas de morichales”, cuenta Orjuela.

Además de las condiciones geográficas y climáticas, en Cinaruco hay una riqueza significativa en fauna: 

“Acá encontramos 111 especies: en aves 147; en serpientes, lagartos y demás, 40; 49 especies de mamíferos, de los cuales la mayoría son murciélagos; 68 especies de mariposas y de esas, creo que hay unas especies que están todavía como nuevos registros para Arauca, para la Orinoquia y creo que algunas también para Colombia”, menciona la profesional.

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Un área para la comunidad 

Cinaruco ha sido declarada dentro de la categoría de distrito de manejo integrado (DMI), entre las que conforman el Sistema Nacional de Áreas Protegidas. Esto significa que la comunidad que habita el área puede hacer un uso sostenible de sus recursos y garantizarse un sustento.

“Declarar un área es muy complicado, entre otras cosas porque se tiene que concertar con todo el mundo y además tiene que encontrar cuál es la naturaleza del área conservada, de lo que se quiere conservar”, precisa Diego Montoya, profesional de comunicaciones de WWF.

Varios de estos miedos los transmitió al equipo la personera de Cravo Norte, Alba Yaneth Lizarazo: “Perder la autonomía frente a cómo decido organizar mi fundo, en dónde coloco el conuco, dónde puedo cazar, dónde puedo utilizar la madera para mi propio sostenimiento, para mis cercas…”.

Según Lizarazo, “producto del levantamiento de información que hizo Parques Nacionales, se logró identificar que la mejor estrategia es que fuera un distrito de manejo integrado, que en cierta forma respondió efectivamente a esos miedos”.

Al declararla como un distrito de manejo integrado, la Alianza está reconociendo que Cinaruco “es un territorio que tiene un uso que las comunidades vienen haciendo desde hace muchísimos años, asociado a la ganadería extensiva, la cría de marranos y que ha permitido que la sabana tenga el nivel de conservación que tiene, porque ellos utilizan la temporalidad que tiene esta sabana”, dice Linda Orjuela.

En ese sentido, se trabajó en conjunto con la comunidad una estrategia de gobernanza: “No es "venga yo le impongo un área protegida" sino "venga y construimos entre todos el área protegida", usted me cuenta cuáles son sus necesidades, sus preocupaciones y cómo las construimos, cómo las ponemos acá para el beneficio de todos", cuenta Orjuela.

 

Protección contra las petroleras

Fredy Santana, campesino de la vereda Juriepe, manifestó que está “muy contento” con la declaratoria de Cinaruco como área protegida “porque es un blindaje para nosotros a una posible explotación petrolera. Está conservado porque uno tiene su sentido de pertenencia de cuidar lo que tiene, que podamos mostrar al mundo lo que tenemos”.

En diez años espera verlo “igual como está. Antes más. No se acabe sino que al contrario, esté más cuidado. Mantenerlo así y que sea el futuro de nuestros hijos”, dice Santana.

Por su parte, Indalecio Ojeda, habitante de la vereda La Esperanza, cuenta que la declaratoria de área protegida “es de mucha importancia, porque con la protección del área vamos a tener beneficios, vamos a tener el apoyo de la entidad".

Su principal temor “es que venga la petrolera, porque ya tuvimos una experiencia en esta región, por esa laguna que miramos allá -señala hacia el estero de su finca- se nos ha venido siempre contaminación en tres meses que estuvieron perforando. Entonces yo sí doy gracias a la actividad que se nos está acercando, nos están protegiendo y estas entidades de petróleo se nos están alejando”, manifiesta Ojeda.

Para ambos campesinos, lo más importante de esta declaratoria es que en diez años puedan seguir viendo su territorio como está. 

“Nosotros tenemos los bosques en perfectas condiciones, muy bien cuidados. El agua que tenemos es muy bonita, muy cristalina, sin ninguna afectación y esperamos que en diez o más años, nuestros hijos vean esta belleza que nosotros tenemos acá”, dice Ojeda.